viernes, 31 de diciembre de 2021

¡Feliz 2022!

Nuevos días y nuevas alas.

Otras historias.

Un año más, distintas rutas.

Nuevas incertidumbres.

Los mismos deseos.

Otro amanecer.

C.M.SB.

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miércoles, 29 de diciembre de 2021

martes, 28 de diciembre de 2021

La rama

Nunca permitió que podaran la rama. Al contrario, abrió su ventana para que pudiera entrar. Y la rama, agradecida, siguió creciendo dentro de su cuarto. Cuando la movía el viento, alborotaba el pelo del niño raro con sus dedos largos. Y cuando se secaban sus hojas, las dejaba caer sobre la alfombra para que el niño las guardara entre las páginas de sus libros con la esperanza de que las historias quedasen grabadas en ellas y, así,  un día, los cuentos pudieran volar. La rama trajo a la habitación el olor del bosque, la certeza de los brotes que volverían a nacer en primavera, el juego de sombras en una tarde de sol. La rama trajo también un nido y el nido, a los pájaros que, en cada amanecer, contaban al niño sus viajes para invitarle a descubrir el mundo y soñar. 

C.M.SB.

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jueves, 23 de diciembre de 2021

Memoria

Paseas en la mañana y, mientras caminas, recuerdas aquellas Navidades de tu infancia. Sin esfuerzo alguno, sientes el calor de la estufa en la cara, te asomas al castillo de Herodes y notas en tus manos el cosquilleo del espumillón. Echas la mirada atrás y te ves con tu hermana en aquel cuarto en el que jugabais con una enorme caja de cartón. Era la misma que había contenido la cesta de Navidad de  tu padre. Aquella caja hacía las funciones de coche o de casa de muñecas. Era la misma que habíais abierto con impaciencia, más admiradas por el propio cartón que por su contenido. En él veíais miles de posibilidades. Oyes los villancicos de entonces y saboreas los turrones y el mazapán. Nunca se ha vuelto a repetir aquel sabor. Paseas y te da la sensación de estar andando por las mismas calles que recorrieron tus pasos de niña y, sin casi darte cuenta, vuelves a detenerte frente al escaparate de aquella juguetería situada en la Calle Mayor. Recuerdas aquella muñeca que te miraba desde el otro lado del cristal, prometiéndote que viajaría hasta los pies de tu cama en la noche de Reyes. Paseas en la mañana y te adentras en tu memoria.

C.M.SB.

Ilustración: Ferrándiz


martes, 21 de diciembre de 2021

Abierto

Amanece y abres los ojos y las persianas.
Abres el grifo y los armarios.
Abres las puertas para salir o para entrar.
Abres el ordenador, la bandeja de entrada, un espacio en blanco en el que comienzas a escribir.
Abres la boca y bostezas.
Abres tu mente al día, a lo que traiga.
Abres la ventana y dejas que pase el aire.
Es fresco, como la nueva mañana, como la sensación de que todo vuelve y empieza. 

C.M.SB.

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lunes, 13 de diciembre de 2021

Luces

Paseas en estas tardes que se hacen noche muy pronto. Caminas por las calles habituales. Conoces lo que hay unos pasos más allá. Te son familiares los escaparates, los pasos de cebra, las fachadas de las casas y sus jardines. También las ventanas. Esas en las que hay una luz encendida. Las observas mientras andas. Cada una tiene su propio tono, su propia calidez. Avanzas y sientes el frío en la cara y, por contraste, te da la sensación de que te recorre algo del calor que hay al otro lado de los cristales iluminados. A través de cada ventana, ves un retazo del cuarto al que pertenece. Ahí ves un fragmento de estantería, allá la esquina de un cuadro, la hoja de una puerta, la silueta de alguien moviéndose por la habitación. Imaginas la quietud de los muebles, el ambiente caldeado por la calefacción, las sombras proyectándose en el suelo, las pisadas amortiguadas por las alfombras o por las suelas de unas zapatillas de andar por casa. Bajo tus pies hay humedad y hojas aplastadas. Por un instante, desearías que tus zapatos se despegaran del asfalto, extender los brazos y planear lentamente para asomarte a todas y cada una de esas vidas que se anuncian con focos y que, sin embargo, no están al alcance de tu mirada. Cuántas historias descubrirías bajo esas luces, cuántas sorpresas, cuántos misterios guardados en esas calles que a veces crees conocer. 

C.M.SB.

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viernes, 10 de diciembre de 2021

Desencuentro

Terminas ese libro que tanto te ha costado terminar. Su título se sumará a una lista (afortunadamente, no muy larga) de desencuentros. Apenas empezado, intuiste que poco o nada había que hacer. Puede que no eligieras el  momento idóneo o quizás ese libro no fue escrito para ti. En cualquier caso, nunca os entendisteis. Sus páginas jamás te atraparon. Por más que querías retenerla cerca del papel, tu mente volaba muy lejos de las palabras. Solo de vez en cuando lograbas aterrizar en un párrafo, en una frase. En esos brevísimos instantes, vivías el placer de un pequeño triunfo, la sensación engañosa de tomar tierra, la euforia de escuchar realmente una historia. Emociones fugaces. Un minuto después, tu propia voz, tus propios pensamientos inconexos se hacían dueños del silencio. Así, acumulando derrotas, has llegado al final. Al cerrar el libro, con una mezcla de alivio y tristeza, has sabido que lo hacías para siempre.

C.M.SB.

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miércoles, 8 de diciembre de 2021

Todos lo sabían

Excepto él, todos lo sabían.

Lo sabían sus amigos de tertulia, que callaban cuando hablaba su voz.

Lo sabían los ojos de Olivia cuando se hacían espejo de sus palabras, del ritmo de sus pasos, de la musicalidad de sus gestos.

Lo sabían los ríos y las nubes, el viento y las estrellas, los paisajes helados del invierno y las flores de la primavera.                                                                

También lo sabían la esperanza y la utopía, las dudas y la nostalgia,  los deseos imposibles, las noches silenciosas, el eco de las preguntas que buscaban respuestas.

Lo sabían sus dedos, que se movían impacientes ante la cercanía del papel y la tinta.

Excepto él, todos sabían que era un poeta.

C.M.SB.

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martes, 7 de diciembre de 2021

El asalto

Hacía tiempo que no ibas a la biblioteca y hoy, aprovechando el hueco que te ofrecía la mañana, has ido a reencontrarte con las voces que allí habitan. Y, a medida que te adentrabas en el laberinto de estanterías, sentías que los latidos de tu corazón se aceleraban, casi hasta cortarte la respiración. Las palabras te asaltaban por todos los flancos, las que te invitaban a leer y las que te reclamaban ser escritas. Y, como siempre, te ha entrado la urgencia de adentrarte en las historias, las que otros inventaron y las que bailan en tu mente. Ojalá halles pronto el momento de calmar tus latidos, de echar a un lado lo que te distrae para dejarte ir, para rendirte sin concesiones al asalto de las palabras.

C.M.SB.

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domingo, 5 de diciembre de 2021

Etiqueta

El niño raro se colgó una etiqueta de la solapa. Luego, tocó el timbre y se adentró en la fiesta. Eligió el sitio más cercano a la ventana y allí estuvo sentado hasta el final. Fueron muchos los que se inclinaron para leer las palabras que colgaban de su pecho. Sin necesidad de formularlas, las preguntas hallaban respuesta en ese papel. Así que, en completo silencio, todos se alejaban deprisa para ir en busca de pasteles y juegos. Mientras, el niño raro no apartaba la mirada de los cristales. Tras ellos volaban los pájaros. En cada uno de sus giros, en cada una de sus piruetas, había una invitación. Los ojos del niño brillaban al imaginarse en pleno vuelo, arrancada su etiqueta por el viento, perdidas para siempre todas las respuestas. 

C.M.SB.

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domingo, 28 de noviembre de 2021

lunes, 22 de noviembre de 2021

Juegos

Las hojas volaban tras la espalda del abuelo.

El abuelo corría detrás de su nieto.

El niño intentaba alcanzar el balón.

El balón rodó hasta mis pies.

Y yo empecé a jugar.

Con el balón.

Con el niño.

Con el abuelo.

Con el otoño.

Con las hojas.

Que seguían volando, que también jugaban.

C.M.SB.

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viernes, 12 de noviembre de 2021

Caminos

Te empeñas en buscar una imagen que te ayude a encontrarte con las palabras. Y aquí está, delante de tus ojos.  En ella descubres un camino perfectamente marcado, evidente. Sin embargo, de él nacen otros muchos, infinitas ramificaciones. Del camino principal podrías saltar a uno más estrecho y más curvo. Podrías elegir entre la derecha y la izquierda. Podrías dirigirte a cualquiera de los cuatro puntos cardinales, ir y venir, subir y bajar, avanzar o volver al punto de partida. Nada sería más fácil que perderse en este laberinto de caminos, en los incontables rumbos que este mapa ofrece. Fácil sería quedarse inmóvil, atrapado para siempre en la imposibilidad de elegir.

C.M.SB.


¿?

 

martes, 9 de noviembre de 2021

Palabras para hoy

Leer es mucho más que una destreza, es una habilidad: es un lugar en el mundo, una forma extraordinaria de vivir.

(Germán Sánchez Ruipérez)

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domingo, 31 de octubre de 2021

A salvo

Lees sobre los vencejos, sobre su vuelo perenne e infinito. Lees sobre su capacidad, llegado el momento, de continuar volando con un ojo cerrado, utilizando solamente la mitad de su cerebro. De esa manera, mientras una parte descansa, la otra continúa en movimiento, avanzando por un cielo que no tiene límites. Este fenómeno, extraño y fascinante, te deja pensativa. Poco tardas en imaginar la maravilla de disponer de esa asombrosa facultad. Qué agradable sería poder imitarlos en esas situaciones en las que te gustaría encontrar una puerta por donde escapar. Así, solo una mitad de ti estaría en el lugar en el que no deseas estar. La otra, mientras tanto, estaría escondida en el sueño, acurrucada confortablemente en un refugio inexpugnable, a salvo de la obligación de continuar. 

C.M.SB.

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sábado, 30 de octubre de 2021

El regalo del otoño

Apartó la mirada del ordenador y la dirigió hacia la ventana de la oficina. No le costó ningún trabajo olvidar los informes y las cifras. En realidad le fue muy fácil perderse en la visión de la ciudad, en las calles mojadas por la lluvia, en el revoloteo de las hojas secas. Por fin se había hecho presente el otoño; la abundancia del agua había ayudado a los árboles a descargar  sus ramas, a extender en las aceras un manto de melancolía, de colores propios de la estación. Sus ojos siguieron el caminar de los desconocidos y envidió sus pasos. Pensó entonces que le gustaría atravesar el cristal, sentir el aire fresco en la cara, andar sin destino alguno, notar el leve crujido de las hojas bajo sus pies. Sus pupilas, como dos espejos, atrapaban la vida que pasaba al otro lado de la ventana. Tan absorto estaba, que tardó en oír las voces de sus compañeros y en comprender sus miradas atónitas. Y es que, para su alegría, el otoño también se había colado en la oficina y una bandada de hojas muertas, con piruetas que sabían a despedida, volaban entre cifras e informes.

C.M.SB.

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miércoles, 20 de octubre de 2021

El sueño de los pájaros

En la tarde, callada y quieta, el niño raro abrió la puerta y salió al jardín. Tan solo el rosal se balanceaba al son de una brisa inexistente. Atraído por ese único movimiento, el niño se acercó con sigilo para observar. Entre las ramas descubrió un nido cuajado de polluelos. Todos dormían acunados por el vaivén de ese tronco esbelto y cubierto de espinas. El niño contempló durante largo rato el sueño de los pájaros. Y, poco a poco, sintió que sus párpados se hacían pesados. Su cuerpo, blando, sin prestar resistencia alguna, se fue deslizando con suavidad hacia el suelo. Y mientras avanzaba la tarde, callada y quieta, fue cubriéndose el cielo de aves llegadas de todas partes. En sus picos traían pequeñas ramas que depositaban con delicadeza alrededor del niño dormido. También para él construyeron un nido, también para él siguió cantando su silenciosa nana el rosal.

C.M.SB.

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lunes, 18 de octubre de 2021

martes, 12 de octubre de 2021

Por unos días

Terminas un libro y oyes la llamada de otro. Es una voz familiar y muy querida. Además, suena de manera tan insistente y obstinada, que no puedes dejar de prestarle atención. Casi sin pensar, te diriges a una estantería y extiendes la mano para coger la novela. Incluso con los ojos cerrados la habrías encontrado. Así sucede siempre en la casa de tu infancia.
En la primera página lees esa dedicatoria que tú misma escribiste hace treinta y seis años. Aquella letra ya no es la tuya. Tampoco te pertenecen ya esas palabras. Sin embargo, al arrancar la lectura del libro, tienes la sensación de reencontrarte con la que eras entonces, aquella que eligió ese libro para regalarlo, la misma que lo escogió entre otros muchos porque también en ese momento oyó su llamada.  Una vez más te adentras en La color más azul y, a las pocas líneas, comprendes que, por unos días, necesitabas volver a casa.

C.M.SB.



domingo, 10 de octubre de 2021

Palabras para hoy

Porque la realidad no se puede separar de los sueños, de las creaciones de la fantasía. ¿Cómo separar el agua del mar, la sal de la piedra?

La niña asombrada, Mónica Rodríguez.

(Escritos en la guerra)




sábado, 9 de octubre de 2021

Luces

En tus primeros pasos, la tarde, más que de sábado, parece de domingo. Los niños juegan en el parque y sus padres son atentos espectadores que los contemplan a poca distancia. Te cruzas con una mujer que viste a la manera hindú. Habla por teléfono y sonríe. No entiendes sus palabras, pero sí los gestos de su cara y sus manos. Sus ojos no miran lo que la rodean, están lejos, como si hubieran viajado para encontrarse con la dueña de esa voz que oye al otro lado del móvil. Porque estás segura de que habla con una amiga, quizás con una hermana. Observas a dos adolescentes sentadas sobre una mesa de ping pong. Sus cabezas están muy juntas. Forman parte del conjunto y, sin embargo, parecen estar fuera, ajenas a lo que ocurre a su alrededor, absortas en sus confidencias. Como cada tarde, espías los colores del cielo: allá el rojo, el morado, franjas blancas, azules intensos. La luna, tímida aún, apenas luce en los primeros pasos. Miras las copas altas de los árboles, las antenas de los edificios, las farolas que se han encendido sin que te dieras cuenta. La noche se ha apoderado de la tarde en un instante. Ves luces en las ventanas, el resplandor intermitente de televisiones u ordenadores, faros de coches, los discos cambiantes de los semáforos, los carteles chillones de los comercios... Todo es luz en esta noche. Avanzas hacia el bulevar y las terrazas están llenas. En el aire hay un bullicio de verano, de tertulia sin prisas. Y, de pronto, vuelve a ser sábado. La sensación de domingo ha quedado atrás, en el parque, en el griterío y el juego de los niños, en la espera paciente de sus padres. Levantas los ojos y la luna, apenas una rodajita, resplandece muy cerca de una estrella. Ha olvidado la timidez del atardecer y ahora se ha hecho la dueña del cielo. Es su luz la que te recuerda el camino de regreso. A casa, a estas palabras.

C.M.SB.

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domingo, 3 de octubre de 2021

De nuevo, el asombro

Vuelves a pasear y a dejarte conquistar por el cielo inmenso, por esas nubes que guardan el recuerdo de la lluvia de esta mañana y cuyos colores y formas prometen más agua. Sí, contemplas el cielo, el mismo siempre, diferente siempre, con un asombro que se renueva cada tarde, con los ojos tan maravillados como si fuera la primera vez que lo ves. Su sola visión te hace añorar horizontes sin límites, caminos inexplorados, futuros imprevisibles, vuelos lejanos. Respiras el aire fresco de la tarde y se te llenan los pulmones y el ánimo de ansias de libertad, de cambio de rumbo. Sí, observas ese cielo cargado de nubes extrañas y, mientras caminas, notas un revoloteo, un alboroto de pensamientos y palabras que piden salir de ti para abrir sus alas y viajar.

C.M.SB. 

¿?


sábado, 2 de octubre de 2021

Paredes blancas

Paseas en la tarde, en esas horas en que la luz empieza a caer y en el cielo se combinan colores imposibles de atrapar. Levantas la mirada y ves que los bloques de pisos que bordean el parque ya están terminados. Durante meses has asistido a su construcción y te has familiarizado con la visión de hombres encaramados en andamios y grúas, esforzándose todos en la tarea de levantar edificios que en poco se diferencian de otros.  Esos bloques, tan llenos de vida durante un tiempo, están ahora silenciosos y vacíos. Permanecen cerrados, con las persianas bajadas, iluminados sus ladrillos por esa luz que se va apagando en esta tarde de octubre. Te detienes y observas a una pareja joven que también mira desde muy cerca una fachada concreta. Tienen cogidas las manos y charlan animadamente. Por su actitud, por su interés, no es difícil intuir que contemplan la que será su futura casa. No oyes sus palabras, pero supones que hacen planes, que tratan de vislumbrar un futuro que está a punto de comenzar. Y tú, tan dada a fantasear en tus paseos solitarios, ya ves esa casa, vacía y muda, temblando de impaciencia por verse ocupada, por sentir el peso de unos pies recorriendo el pasillo, por escuchar en la cocina las crónicas cotidianas, por estar abrigada y cubierta de cortinas, cojines y cuadros. Sí, fantaseas con la impaciencia de esa terraza por verse coqueta y adornada de flores, con la ansiedad de esas ventanas que seguramente sueñan ya con abrirse para permitir que entre el aire y el rumor de la calle. Retomas el paseo y dejas atrás a esa pareja que continúa inmóvil,  encaramada aún en proyectos, en la construcción de una vida que se escribirá en paredes que todavía son blancas.

C.M.SB.

¿?



jueves, 30 de septiembre de 2021

Destino desconocido

Silba un tren en la noche

y, sobre raíles de plata,

viaja en la oscuridad.

¿Sabes tú a dónde irá?

C.M.SB.

¿?



martes, 28 de septiembre de 2021

Palabras desnortadas

Abres esta ventana y te pones a escribir sin mucha esperanza. Hoy no tienes ni la menor idea de lo que quedará en este espacio una vez que lo hayas cerrado. No has decidido ningún tema concreto y, desgraciadamente, en tu cabeza no hay una historia que contar. Sin embargo, obedeces a la necesidad de sentarte frente a la pantalla para ver cómo las palabras van ocupando un lugar en el texto, una detrás de otra, avanzando como fieles soldados prestos a cumplir una misión que no terminan de entender. Las líneas avanzan con una lentitud un poco desesperante. Y no es extraño.  El camino nunca es fácil cuando no sabes a dónde quieres llegar. Te paras, dudas, andas un trecho y luego retrocedes. Relees, corriges, borras y vuelves a escribir. Así, sin norte, sin haber hallado el rumbo, tan perdida como estabas al principio, descubres con asombro que, entre las líneas que has escrito, hay un hilo de oxígeno, una ranura por la que se filtra el aire, un refugio que te cobijará hasta que amanezca de nuevo.

C.M.SB.

¿?


jueves, 23 de septiembre de 2021

Por fin en casa

Vuelves a casa y te despojas de los zapatos y, junto con ellos, dejas atrás los pasos que has dado a lo largo de la jornada. Te quitas los pendientes, los anillos, el cinturón, todo lo que aprieta, todo aquello que te mantiene sujeta al aspecto que te ha acompañado durante horas. El agua te refresca y tienes la sensación de que tu cuerpo pesa menos que hace unos momentos. La ropa, renovada,  casera y limpia, es además ancha y liviana, no hay nada en ella que entorpezca tus movimientos. Unos pocos minutos, unas cuantas acciones pequeñas, y vuelves a ser tú, la misma que eras al comienzo del día, la misma que tomaba café en la cocina mientras observaba la calle, mientras jugaba a adivinar el futuro más inmediato. Vuelves a casa y, al caer el disfraz, te estiras y desentumeces cada uno de tus músculos. Y así, como quien no quiere la cosa, se despliegan de golpe tus alas, esas que han estado ocultas y atrofiadas y que ahora se agitan con más libertad. 

C.M.SB.

¿?


sábado, 11 de septiembre de 2021

Vivir del cuento

Si existe una explicación, tú no sabes encontrarla. ¿Por qué de pronto se abren paso en tu mente unas palabras concretas? ¿Por qué esas desplazan a otras y se abren paso a codazos en tu pensamiento? ¿Por qué te piden que escribas sobre ellas, que te detengas y les dediques un rato, un espacio? Si existe un motivo, todavía no has dado con él. El caso es que esa expresión tan peyorativa como es la de vivir del cuento se sentó hace unos días en tu cerebro y, hasta este instante, sigue ahí, inamovible, con gesto exigente, con un mohín que no deja lugar a dudas. Desde hace días te reclama tu tiempo, el movimiento veloz de los dedos sobre el teclado, ocupar esta ventana, reinar en esta hora exacta de la noche. Y tú, rendida a su tozudez, has claudicado y ahora buscas las palabras adecuadas para complacerla, para conseguir que se levante y que siga su camino, para que deje libre su asiento y puedan ocuparlo otras historias, otras miradas. Y sí, tienes que darle la razón. ¿Por qué vivir del cuento se asocia a la vagancia, a vivir del engaño, a aprovecharse de los demás? ¿Por qué no se relaciona con una forma de vida dedicada a inventar aventuras, a hacer soñar, a imaginar personajes y destinos, a construir mundos que ayuden a escapar de la realidad o a comprenderla mejor? Sí, le das la razón y entiendes que ande por ahí enfurruñada. También tú te enfadarías en su lugar. Porque no concibes que haya nada más bello que vivir de contar. 

C.M.SB.

¿?


jueves, 9 de septiembre de 2021

Hay

Hay lugares que son un estado de ánimo.

Y personas a las que queremos llegar.

Hay palabras que no tienen voz.

Y silencios que cuentan secretos.

Hay demasiados caminos sin transitar.

Y finales con sabor a comienzo.

Hay espejos que nada te devuelven.

Y lagos que responden a tu mirada.

Hay días como hoy.

Y días como el que nos aguarda mañana.

C.M.SB.

Fotografía: C.M.SB.



miércoles, 8 de septiembre de 2021

Párrafos para recordar (8)

Sobre las ruinas del día se iba haciendo la noche. Primero era el escándalo de los pájaros del eucalipto y en los naranjos de la huerta, ladridos de perros en majadas lejanas, la pálida luz anaranjada que antes de apagarse se enardecía de pronto con un último esplendor espectral. Y según se extinguían los ruidos y las luces se iba haciendo el silencio, cada vez más y más profundo, hasta que solo quedaba el aire entre las hojas, y luego ya no se oía nada, y también la oscuridad en el campo era total. Se producía entonces un momento de tregua en el infatigable trajín de la vida, y uno contenía la respiración ante aquel portento único en que el mundo parecía volver a los instantes iniciales de su creación. Una tregua breve, porque enseguida (y yo esperaba ese momento con todos los sentidos alerta) cantaba el sapo, una sola nota todavía indecisa, como interrogando al silencio, y luego otra más larga, y aquella era la señal para que empezara el concierto nocturno, y con él de nuevo el feroz tumulto de la vida.

El balcón en invierno

(Luis Landero)



lunes, 6 de septiembre de 2021

Declaraciones

Fue en 2015 cuando una novela de Magda Szabó, La puerta, me llamó con la voz poderosa de los libros que sé que me van a gustar. En aquel año declaré que detestaba dejar una llamada sin respuesta. Y por fin, en agosto de 2021,  la he dado. Ahora declaro que mi intuición no me engañaba. La novela me ha gustado de la primera a la última página. Aquí dejo una muestra de las palabras de esta escritora húngara, una bella descripción que me ha conmovido de principio a fin: 

"Ella era nuestro ejemplo vivo, la protectora de todos, generosa, pródiga con su delantal almidonado con la faltriquera siempre rebosante de caramelos, con su bolsillo del que asomaban como palomas pañuelos blancos de lienzo; era la reina de la nieve, la seguridad, las primeras cerezas del verano, la primera castaña que caía madura del árbol en otoño, las dulces calabazas al horno en invierno y el brote verde primaveral en el seto del jardín. Emerenc era pura, invulnerable, siempre daba lo mejor de sí; era ella misma y todos nosotros, o más bien era como nos hubiera gustado ser a nosotros. "




viernes, 3 de septiembre de 2021

Ventanas abiertas

Como siempre, el mes trae de la mano el final de las vacaciones y el comienzo de otra nueva etapa. También trae la dificultad de los inicios, una cierta pereza, la inevitable sensación de que los días pasados se han ido con demasiada prisa, llevándose con ellos los propósitos que no han cobrado vida, las oportunidades que no se han aprovechado, las historias que no se han escrito, las palabras que no se han llegado a pronunciar. Este septiembre, tan similar y tan distinto a cualquier otro septiembre, se ha despertado con humor de tormenta, con el gesto arisco de quien da un portazo y echa a andar refunfuñando. Por un momento, ahí te has quedado tú, desconcertada y boquiabierta, oyendo los pasos que se alejaban, tan firmes, tan hoscos. Y, mientras los oías,  te has visto a ti misma quieta, con la mirada fija en esa puerta cerrada de forma tan brusca. Sin embargo, por fortuna, este mes, como todos los que han llevado su nombre, siempre se reserva una sorpresa. Y, de pronto, te has sacudido la parálisis y, al girarte, te has dado cuenta de que a tu alrededor había ventanas abiertas.

C.M.SB.

¿?


viernes, 27 de agosto de 2021

Esas horas

Cada noche, antes de que el cansancio te venza, oyes a lo lejos el sonido del tren. Y lo último que imaginas antes de dormirte profundamente, es un vagón mecido por el traqueteo. Sin apenas esfuerzo, ves tu imagen reflejada en el cristal de la ventanilla. Detrás de ti brillan las luces del techo y, ante tus ojos, al otro lado de la superficie lisa y transparente, aparece la oscuridad de los campos solitarios, la silueta de los árboles que vigilan la noche, el perfil de algunas casas aisladas y sumidas en el silencio, los gigantes que sostienen el tendido eléctrico, la sombra de las nubes en un cielo que lo abarca todo, el blanco manchado de una luna que juega al escondite. Atrás van quedando las sucesivas estaciones, las breves paradas en las que intuyes la presencia de otros viajeros que esperan su propio tren, aquel que los llevará a un destino tan incierto como el que te aguarda a ti y que se esconde en esas horas en las que dejas de ser tú para ser solo sueño. 

C.M.SB.

¿?


martes, 24 de agosto de 2021

Palabras para hoy

Sin embargo, observan con atención cómo unos leen el periódico y otros llenan la pipa. Así pasa el tiempo: descansando, la gente aprende.

Mi París (Capítulo: Bancos)

Ilyá Ehrenburg

Fotografía: Ilyá Ehrenburg



lunes, 23 de agosto de 2021

¿Qué ves?

Ves a unos y a otros: al que corre y al que camina, al que conduce y al que monta en bici. Ves la hierba despeinada por el viento y las hojas secas de este otoño prematuro (según has oído contar esta mañana, algunos árboles han enfermado a causa del temporal Filomena); ves a las palomas lanzarse en picado sobre el agua remansada y remontar el vuelo un segundo después. También ves el gorro rojo de ese hombre negro que, cada tarde, se sienta en el mismo banco, fiel a ese lugar, leal a la misma hora. Ves las nubes confabulando para fabricar una tormenta y, acto seguido, rayos que agrietan la superficie del cielo. Ves esa luz de finales de agosto, esa luz que anuncia el cierre de algo y un principio nuevo. Ves las gotas que caen y a una pareja que se refugia bajo unas ramas tupidas y generosas. Ves tus pies en movimiento. Tú prefieres seguir caminando y sentir la lluvia en la cara y en los brazos. Cuánto te gustaría seguir así, andando sin fin, sin dejar de mirar, sin parar de unir palabras en el silencio de tu mente. Sí, te gustaría continuar y perseguir al día, este hoy que ya empieza a irse.

C.M.SB.

¿?



domingo, 22 de agosto de 2021

Preguntas inútiles

Una vez más le ves hacerlo. Una vez más, ha madrugado y se ha quitado la camisa. Una vez más, mantiene el ceño fruncido y sus chanclas están empapadas. Una vez más, se agacha, se inclina, se pone de puntillas, estira todo el cuerpo y ves que sus músculos, en un esfuerzo supremo, se marcan bajo la piel sudorosa. Una vez más, manguera a presión en mano, limpia con agua jabonosa cada milímetro del coche: los cristales, la chapa, cada recoveco de las ruedas, cada pequeña ranura o intersticio. Con ahínco, con verdadera pasión, con auténtico frenesí, con maniática pulcritud. Y, una vez más, tú le miras fascinada, preguntándote por qué ese hombre insiste en hacer relucir un coche que ya relucía, que siempre reluce. También te preguntas si pondrá el mismo empeño en todo lo que hace o si es solo el brillo de su vehículo lo que despierta en él ese afán de superación. Una vez más, tu vecino y su manguera te arrancan un montón de preguntas inútiles.

C.M.SB.

¿?


viernes, 20 de agosto de 2021

jueves, 12 de agosto de 2021

Tormenta

El calor se hacía insoportable mientras el cielo desaparecía tras una inmensa nube de polvo. El viento, tan abrasador como el asfalto, traía y llevaba hojas arrancadas a los árboles. Caminaban un poco echados hacia delante, levantando de vez en cuando la mirada hacia lo alto, observando cómo esa bóveda de plomo se cerraba como un puño. La ropa se les pegaba al cuerpo y el pelo, zarandeado a uno y otro lado, les tapaba la cara y les mostraba la calle como si la vieran a través de un espejo roto. En un instante, la gigantesca nube adquirió el color del fuego y, un segundo después, precedido del relámpago, sonó el trueno. Las primeras gotas, grandes y aisladas, imprimían huellas redondas en la acera. A pesar del calor, ella sintió un escalofrío. Tenía la sensación de que el puño apretaba cada vez más, como si el cielo se estuviera curvando, como si se estuviera transformando en una esfera, en una bola de cristal, de esas que contienen una ciudad chiquitita, de esas que el niño agarra y agita para divertirse viendo cómo cae la lluvia cuando pone el mundo del revés.

C.M.SB.

¿?



jueves, 5 de agosto de 2021

Un desconocido

El hombre nos mira a través del cristal. Fijamente, con insistencia. Cuando por fin entramos, nos sentamos en una mesa cercana. De pronto, a media consumición, la camarera nos comunica que estamos invitados por el caballero. Sorprendidos, le damos las gracias. Y él, entonces, se presenta. Lo hace con un aura de misterio, creando un suspense que nos intriga. Nosotros no le recordamos, pero él no nos ha olvidado.  Poco a poco, va desgranando el motivo de su invitación. Sus formas son extremadamente amables. Su hablar es tranquilo y su aspecto, elegante. En unos pocos minutos nos cautiva su educación exquisita, su sabiduría al narrar. Yo le observo y llego a la conclusión de que, detrás de ese rostro maduro, hay una historia que me gustaría conocer. Se produce un intercambio de teléfonos, la promesa de un nuevo encuentro. Salimos a la calle y, a medida que nos alejamos de la cafetería, divagamos sobre el extraño personaje, sobre las sorpresas que la vida pone en el camino. Sin embargo, unas horas después, se enciende una luz que parpadea en nuestra memoria, un aviso que nos obliga a bucear en el pasado. Poco a poco, a pequeños destellos, van abriéndose paso imágenes y conversaciones a las que en su momento no prestamos demasiada atención. La punta del hilo está ahí, solo hay que agarrarla y tirar. Y, de repente, el desconocido, el hombre atento y bondadoso, se reviste de astucia y de engaño. En un instante, traspasamos la barrera y recuperamos lo que de él oímos contar. El telón se ha abierto de golpe y en escena hay un estafador, casi un profesional. Súbitamente vuelvo atrás, a ese momento en el que el hombre nos miraba a través del cristal. Veo esos ojos de nuevo, su insistencia, su interés, la tensión propia del que va a saltar sobre la presa. La amabilidad atribuida se convierte en zalamería y sus palabras, en un guion repetido una y mil veces. La máscara ha caído y solo queda el gesto taimado. No me equivocaba, detrás de ese hombre hay una historia que me gustaría conocer. 

C.M.SB.

¿?


viernes, 30 de julio de 2021

Palabras para hoy

Los libros son albergues de la memoria, espejos donde mirarnos para poder parecernos más a lo que deseamos ser.

Manifiesto por la lectura

(Irene Vallejo)



jueves, 29 de julio de 2021

Un sobre, una historia

Una vez más, visitas la oficina de Correos. Vas a enviar un sobre grande y abultado, un sobre que contiene una historia y muchas esperanzas. Mientras esperas en la cola, observas lo que bulle a tu alrededor: a la mujer que ha preparado con esmero un paquete y que hace los trámites necesarios para que llegue a su destino, a ese hombre que aguarda frente al mostrador y que recibe un envoltorio enorme. El gesto de ambos es de impaciencia, hay cierta tensión en sus cuerpos, un leve nerviosismo que solo se calmará cuando salgan a la calle. Son dos inquietudes distintas. Probablemente la de ella reside en que su paquete llegue lo antes posible a las manos a las que va dirigido. Y no es difícil suponer que la de él consiste en abrir cuanto antes ese envoltorio para encontrarse con lo que tanto ha esperado o, por el contrario, con una sorpresa que nunca hubiera imaginado. Observas también a las dos empleadas. Una tiene el gesto aburrido de la rutina. La otra, transmite vitalidad, ganas de hacer bien su trabajo. Te quedas con la segunda. Quizás porque piensas que ella es consciente de formar parte de un proceso mágico. Tal vez ella sabe que es una pieza imprescindible para que se ponga en marcha esa maquinaria que permite el intercambio de mensajes convertidos en palabras o en objetos que viajan de un lugar a otro para cubrir la necesidad o las ilusiones de alguien que está lejos. Cuando sales a la luz del sol, piensas en el contenido de ese sobre tuyo que ha quedado amontonado sobre otros. Lo ha sellado la empleada desganada, la misma que ha recibido con indiferencia tu gratitud, la que no ha sabido ver que ella era la primera puerta que traspasaban tu historia y tu esperanza. 

C.M.SB.

¿?


martes, 27 de julio de 2021

Como la primera vez

Vuelves a leer Ventanas de Manhattan de Antonio Muñoz Molina. Y, como la primera vez, disfrutas de sus descripciones detalladas, de su observación minuciosa de paseante incansable, de su manera de caminar por la vida y de su capacidad para narrarla. De su mano, recorres las calles de Nueva York y, gracias a sus palabras, contemplas el mundo a través de sus ojos. Con él, te detienes ante los escaparates de las tiendas, entras en las librerías, te sientas en un café muy cerca del cristal, recorres el interior de un edificio de apartamentos, asistes a exposiciones, espías la prisa de las gentes que andan de acá para allá evitando la mirada de los otros. En su compañía, te prendas de los colores de las hojas en otoño y te fascinas con la visión de personajes solitarios y marginales que no van a ninguna parte porque no hay nada ni nadie que los espere. Con él, sientes el frío del invierno, el azote del viento, el ruido incesante, la impaciencia de la ciudad. Pasas las páginas y te sumerges en la música, en el jazz de los clubes, en las notas de instrumentos que suenan en cualquier esquina, entre el rumor de motores y pasos. Y vuelves a notar el cosquilleo de la curiosidad, las ganas de visitar a autores y obras que él ama. Así, descubres o recuerdas el arte en sus distintas formas, las mil posibilidades de expresión, la necesidad de contar, de dejar alguna huella en el tiempo. Como la primera vez, las palabras de Muñoz Molina te invitan a abrir bien los ojos, a escuchar, a asomarte a todas las ventanas que se abran ante ti.

C.M.SB.

Escultura de Manolo Valdés

Escultura de Juan Muñoz

Pintor: Richard Estes

Pintor: Edward Hopper

Pintor: Pieter Brueghel el Viejo

Fotografía: Richard Avedon


sábado, 24 de julio de 2021

Triste artificio

Te cuenta una amiga que está instalando una piscina en su jardín. Y te dice que ha aconsejado a su vecino que retire el césped de su patio para evitar que el polvo de las obras lo ensucie. ¿Retirar el césped? Por un instante, la expresión te desconcierta. Luego, caes en la cuenta de que evidentemente la hierba del vecino es artificial. La puede enrollar como si fuera una alfombra y extenderla de nuevo una vez que la piscina de al lado esté terminada. Mientras tu amiga te sigue contando, tú asientes sin decir palabra, como si todo te pareciera de lo más natural,  pero lo cierto es que tu pensamiento sigue anclado en ese césped de quita y pon, en esa superficie de plástico que irá perdiendo color verano tras verano, en esas hebras falsas que no requieren riego ni lluvias, ni dejan lugar a las flores silvestres, ni huelen deliciosamente cuando se las corta. Sí, tu pensamiento se ha quedado anclado en ese elemento de decorado, de artificio, de vida sin vida.

C.M.SB.

¿?