martes, 28 de diciembre de 2021

La rama

Nunca permitió que podaran la rama. Al contrario, abrió su ventana para que pudiera entrar. Y la rama, agradecida, siguió creciendo dentro de su cuarto. Cuando la movía el viento, alborotaba el pelo del niño raro con sus dedos largos. Y cuando se secaban sus hojas, las dejaba caer sobre la alfombra para que el niño las guardara entre las páginas de sus libros con la esperanza de que las historias quedasen grabadas en ellas y, así,  un día, los cuentos pudieran volar. La rama trajo a la habitación el olor del bosque, la certeza de los brotes que volverían a nacer en primavera, el juego de sombras en una tarde de sol. La rama trajo también un nido y el nido, a los pájaros que, en cada amanecer, contaban al niño sus viajes para invitarle a descubrir el mundo y soñar. 

C.M.SB.

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