viernes, 27 de mayo de 2016

Cosas de los sueños

Soñó con él. Vio su cara, sus manos, su camisa y su gorra. Vio su bastón, el mismo que llevaba siempre, el mismo con el que saludaba al pasar. Su rostro parecía cansado, como si hubiera hecho un largo recorrido. En el sueño, nadie mostraba demasiada sorpresa por verlo de nuevo. Nadie alborotaba ni hacía aspavientos. Parecía cosa normal que un muerto regresara de su tumba. ¿Dónde has estado?, preguntaba alguien. Y él, con su gesto de cansancio, respondía: No lo sé, pero los días se me han hecho eternos.
Le invitaron a sentarse en la silla que siempre dejaban vacía. Y es que, en el fondo, llevaban mucho tiempo aguardándole.

C.M.SB.



jueves, 26 de mayo de 2016

Al otro lado del río

Llegan a mis oídos estas palabras: al otro lado del río. Y llegan como por casualidad, trayendo consigo todo un mundo de posibilidades. Oyes estas cinco palabras y se te representan miles de imágenes. Acaricias todos los porvenires imaginables en la otra orilla, en esa que vislumbras mientras paseas al borde del agua, mientras observas los remolinos, las curvas y las cascadas, el sinuoso baile de un pez, el reflejo de las ramas o la superficie irregular de las piedras allá al fondo. Las oyes e intentas imaginar qué sucedería si te atrevieses a cruzar, qué encontrarías donde nunca has estado y te preguntas si, una vez allí,  desearías volver algún día.
Oyes esas cinco palabras, esas que podrían dar título a un relato o componer el primer verso de un poema, y tratas de completarlas, de acompañarlas de otras muchas palabras que evoquen las mismas promesas, la misma invitación, los mismos deseos y sueños.  Y ocurre que los verbos se conjugan solos y lo hacen, como sin querer, en futuro. ¿Qué habrá al otro lado del río?

C.M.SB.

P.D. Esta entrada se la dedico a Pío, quien, sin saberlo, me dio pie en un encuentro de primavera.


lunes, 23 de mayo de 2016

Lentos relámpagos

El sol dibuja sombras chinescas en el suelo.
Por las ventanas abiertas entra el trino de los pájaros.
El reloj marca (marcaba) las 18:25 h.
Mi gata maúlla desde algún rincón de la casa.
Tengo el pelo mojado y la cabeza llena de ideas.
Me adapto al ritmo de mi ordenador, igualito al de los caracoles.

C.M.SB.





martes, 17 de mayo de 2016

Gracias...

al Rincón Lento y a la venta de libros de segunda mano, he descubierto a una autora que desconocía: Adelaida García Morales. Elegí su obra, El Sur/ Bene, porque en repetidas ocasiones he visto la magnífica película de Víctor Erice, quien se basó en la primera de estas dos novelas cortas para hacer una adaptación cinematográfica. Compruebo ahora que Erice supo captar toda la melancolía que emanan las páginas de este relato. Dejo aquí sus últimas palabras:

Mañana abandonaré para siempre esta casa, convertida ya, para mí, en un lugar extraño. Ahora no hay luz eléctrica y, desde una oscura desolación, van apareciendo, en el círculo luminoso de mi linterna, los objetos abandonados que la habitan: un tablero de ajedrez, sillones de terciopelo, rincones vacíos, cuadros, lámparas apagadas, postigos cerrados, desconchados en las paredes... Son objetos indiferentes que ya no pertenecen a ninguna vida. Toda la casa aparece envuelta en el mismo aliento de muerte que tú dejaste. Y en este escenario fantasmal de nuestra vida en común, ha sobrevivido tu silencio y también, para mi desgracia, aquella separación última entre tú y yo que, con tu muerte, se ha hecho insalvable y eterna.

Con ganas de leer más de esta autora recién descubierta, he preguntado en una librería por otra de sus obras: La tía Águeda. Imposible. El libro está descatalogado. Así que no me queda más remedio que buscar entre los tesoros de segunda mano o esperar a que, un día, cuando menos lo espere, el libro me encuentre a mí. 

C.M.SB.





domingo, 15 de mayo de 2016

jueves, 12 de mayo de 2016

Suave y perfecta

Alisó la única arruga del mantel, arregló las flores y, por último, encendió una vela. Entonces él se sentó y se aflojó el nudo de la corbata nueva, la misma que ella le había regalado por su sexto aniversario de boda. 
La música era suave y perfecta. La carne olía a cosa rica, a cena hecha con paciencia y mimo. No había prisa, podían tomarse el tiempo necesario para charlar de todo lo que había quedado pendiente a lo largo de la semana. Y, cuando ella se disponía a contarle una anécdota divertida, algo que sabía le haría reír, él sacó el móvil y sonrió mientras leía el primer WhatsApp de la noche. Sostenía el teléfono con la izquierda. Con la derecha, empuñaba el tenedor. 
Soltó una carcajada. 
El suspiro de ella apagó la vela.
El brazo, cargado de pulseras, se estiró hasta alcanzar el bolso. Encendió el móvil y sonrió mientras leía el primer WhatsApp de la noche. Después, su risa se mezcló con la de él, envueltas las dos en una música suave y perfecta.

C.M.SB.





lunes, 9 de mayo de 2016

Recomendación

Isadora Duncan (1877-1927)

Fue una niña solitaria a la que le gustaba jugar junto al mar. De su fascinación por el movimiento de las olas surgiría su especial forma de bailar.

Pequeño fragmento de Mujeres
(Isabel Ruiz Ruiz)
ILustropos




sábado, 7 de mayo de 2016

El final del día

Termina un día más. Y el punto (casi) final lo pone la última escena de Intocable. Y su banda sonora, que siempre logra conmoverme.

C.M.SB.

Intouchables, 2011