sábado, 24 de julio de 2021

Triste artificio

Te cuenta una amiga que está instalando una piscina en su jardín. Y te dice que ha aconsejado a su vecino que retire el césped de su patio para evitar que el polvo de las obras lo ensucie. ¿Retirar el césped? Por un instante, la expresión te desconcierta. Luego, caes en la cuenta de que evidentemente la hierba del vecino es artificial. La puede enrollar como si fuera una alfombra y extenderla de nuevo una vez que la piscina de al lado esté terminada. Mientras tu amiga te sigue contando, tú asientes sin decir palabra, como si todo te pareciera de lo más natural,  pero lo cierto es que tu pensamiento sigue anclado en ese césped de quita y pon, en esa superficie de plástico que irá perdiendo color verano tras verano, en esas hebras falsas que no requieren riego ni lluvias, ni dejan lugar a las flores silvestres, ni huelen deliciosamente cuando se las corta. Sí, tu pensamiento se ha quedado anclado en ese elemento de decorado, de artificio, de vida sin vida.

C.M.SB.

¿?


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