domingo, 22 de agosto de 2021

Preguntas inútiles

Una vez más le ves hacerlo. Una vez más, ha madrugado y se ha quitado la camisa. Una vez más, mantiene el ceño fruncido y sus chanclas están empapadas. Una vez más, se agacha, se inclina, se pone de puntillas, estira todo el cuerpo y ves que sus músculos, en un esfuerzo supremo, se marcan bajo la piel sudorosa. Una vez más, manguera a presión en mano, limpia con agua jabonosa cada milímetro del coche: los cristales, la chapa, cada recoveco de las ruedas, cada pequeña ranura o intersticio. Con ahínco, con verdadera pasión, con auténtico frenesí, con maniática pulcritud. Y, una vez más, tú le miras fascinada, preguntándote por qué ese hombre insiste en hacer relucir un coche que ya relucía, que siempre reluce. También te preguntas si pondrá el mismo empeño en todo lo que hace o si es solo el brillo de su vehículo lo que despierta en él ese afán de superación. Una vez más, tu vecino y su manguera te arrancan un montón de preguntas inútiles.

C.M.SB.

¿?


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