Suspiros

Vuelves al barrio de tu infancia, a ese bar que forma parte de todo un pasado. Te ofrecen la mesa que hay junto al ventanal y asientes. Aunque tu visión se reduce a un callejón estrecho que domina un edificio de pisos, estás convencida de que es el lugar perfecto. Mientras comes, observas la luz del sol rebotando en una pared gris. Tu mirada recorre las ventanas de las viviendas. Hace buen día y todas están abiertas. Tus ojos se detienen en una. Los visillos se balancean suavemente. Y por un momento tienes la sensación de que no es el viento de la calle el que los mueve sino el suspiro de la casa, el aliento de quien habita su interior, la vida encerrada que bulle, la respiración ansiosa de quien sueña con ponerse unas alas para ir a encontrarse con la libertad.

C.M.SB.

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Horizonte

El caracol se despidió de sus amigos y del valle. Y, despacito, inició el ascenso de la montaña más alta. Con enorme esfuerzo y paciencia, llegó tiempo después a la cumbre. Entonces, suspiró satisfecho. No por haber llegado al final, sino porque había alcanzado el inicio de un camino. Desde allí arriba, se podía contemplar un horizonte sin límites. Tras esa montaña, había otras muchas. Y más allá, bosques inexplorados, rutas desconocidas, aires nuevos y frescos, praderas verdes y campos fértiles, todo un mundo por descubrir. A su ritmo, con la calma aprendida en la quietud del valle.

C.M.SB.

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Nubes y palomas

Observas el color y las formas cambiantes de las nubes, la inmensidad del cielo. Observas también a las palomas encaramadas en los tejados, en las farolas, en los árboles. Nubes y palomas son compañeras de tus paseos. Sabes que puedes contar con ellas, con su plácida presencia. Qué extraño resultaría si, un día, levantaras la mirada y no estuvieran ahí arriba, sobre tu cabeza, al alcance de tus ojos (siempre agradecidos, siempre asombrados). 

C.M.SB.

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Palabras para hoy

Escribir es una forma de fijar y de entender, pero también de dejar atrás.

(Leila Guerriero) 

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