viernes, 29 de abril de 2016

Palabras para hoy

La fotografía se ha masificado y banalizado. Las fotos ya no se toman para durar. No sirven para recordar. Son puro presente.

Entrevista a Joan Fontcuberta. El País Semanal (24 de abril de 2016)

Joan Fontcuberta

jueves, 28 de abril de 2016

¿Tú qué opinas?

Esta tarde he sostenido una interesante discusión. Mi interlocutor afirmaba que no sólo deberíamos saber encajar la crítica sino que deberíamos agradecerla por la oportunidad de mejorar en aquello que fallamos. Dicho así suena muy bien, pero creo que no responde en absoluto a la realidad. Pienso y así lo he sostenido, que nuestro orgullo o nuestra vanidad o nuestras inseguridades nos obligan a protegernos, a negar lo que para el que critica es evidente. Claro que tendríamos que saber asumir nuestros errores y debilidades, pero qué pocos tienen la fuerza suficiente para hacerlo. Cuando somos nosotros mismos los que descubrimos nuestras equivocaciones, duele. Pero aún duele más cuando es otro el que nos pone el espejo delante.  No sé, somos muy complicados. ¿Tú qué opinas?

C.M.SB.





miércoles, 27 de abril de 2016

Sus últimas páginas

Hay libros que te atrapan desde la primera línea. Otros, en cambio, te dicen en muy pocas palabras que te has equivocado al elegirlos. Eso es lo que me ha ocurrido con el último que he leído, firmado, curiosamente, por una de mis autoras preferidas. En cada capítulo, y sin poder evitarlo, mi mente se alejaba del papel. Cualquier ruido, cualquier estímulo exterior, cualquier pensamiento,  tenía más fuerza que la historia que me esforzaba en seguir. Y, así, entre distracciones y aterrizajes, a ratos sueltos y venciendo la pereza, he ido avanzando a paso lento hasta llegar al final. Claro está que podría haber abandonado la lectura, pero no he querido hacerlo. Quizás por cabezonería o por lealtad. O tal vez porque el libro se ha empeñado en demostrarme que no estuve tan desacertada al escogerlo entre muchos otros. El caso es que, a pesar de mi desánimo, he continuado página tras página hasta llegar a las últimas. Y en ellas, para mi sorpresa y disfrute, he encontrado lo que me hubiera gustado leer desde el principio. 

Ahora sé que jamás volveré a leerlo.
Sé también que siempre le agradeceré el regalo de sus últimas páginas.
C.M.SB.

Natalia Makarenko

sábado, 23 de abril de 2016

Día del libro

 “Ante ciertos libros, uno se pregunta: ¿quién los leerá? Y ante ciertas personas uno se pregunta: ¿qué leerán? Y al fin, libros y personas se encuentran". 

(André Gide)


jueves, 21 de abril de 2016

Libros

Un bonito espectáculo el que he presenciado hoy: un montón de niños, con los ojos muy abiertos, mirando las maravillosas portadas de cientos de libros, sin saber cuál elegir. Porque, para mi alegría, los querían todos.

C.M.SB.

Cristina Cerretti

martes, 19 de abril de 2016

Y

Hoy llueve y vuelve a llover. Y la hierba parece más verde que ningún otro día. Y los gorriones desafían a ese cielo que les pertenece. Y escucho una y otra vez una canción que no me puedo quitar de la cabeza: I Follow Rivers. Y mientras escribo estas pocas líneas, bailo sentada, bailo con los pies, con los hombros, con las caderas... Y me entran ganas de salir a la calle para bailar bajo la lluvia, olvidándome así del sueño que se apodera de todo mi cuerpo, cada año, en el mes de abril.
Hoy llueve. 
C
            .
   M
             .
       S
              .
          B
                 .






lunes, 18 de abril de 2016

Cada loco con su tema

Esta tarde, cuando tomaba mi sagrado café, asistía divertida a una verdadera conversación de besugos. Mientras el cliente número uno hablaba con entusiasmo de un deporte de cuyo nombre no consigo acordarme, el camarero contaba la odisea de un reparto a domicilio en moto y bajo la lluvia. A lo cual el cliente número dos ha añadido un pormenorizado relato de las dificultades que su negocio había sufrido durante el fin de semana. Sus hijos (los del cliente número dos) asentían mirando a uno y a otros. A juzgar por su rostro, el bocadillo debía de estar delicioso.
La verdad es que yo he disfrutado de mi café. Y del momento.

C.M.SB.







jueves, 7 de abril de 2016

martes, 5 de abril de 2016

Eso espero

Hace unos días, salí al campo en busca de paisajes. Atrapé la imagen de estos olivos y la de las flores que se mecían a sus pies. Ahora la comparto con vosotros, por si os gusta.

C.M.SB.


C.M.SB.

domingo, 3 de abril de 2016

Plantas de interior

El otro día me vi obligada a hacer un documento oficial. Sabía de antemano que la carrera de obstáculos estaba servida. Y no me equivoqué. 
De camino me encontré con un conocido que me recomendó dirigirme al punto A, asegurándome de paso que el trámite sería rápido. Decidida, puse rumbo a la ventanilla correspondiente. Aguardé mi turno y durante la espera observé la cara del funcionario. Su rostro era bondadoso y sus ademanes, cargados de eficacia. Con el corazón rebosante de esperanza,  observé las plantas de interior. Tenían un color estupendo y se ramificaban por encima de los ficheros, como si los papeles allí guardados fueran su verdadero alimento (y debe de ser así a juzgar por el brillo de sus hojas). Cuando me llegó el momento, el hombre desapareció y fue sustituido por una mujer de gesto adusto. Ahí empecé a temblar. Le expliqué con toda la humildad que pude reunir cuál era la gestión que debía realizar. Me miró unos segundos por encima de sus lentes y, con voz firme, me dijo que le pedía un imposible, que debía dirigirme al punto B. Algo menos decidida, me lancé a la siguiente ventanilla. Con mucha amabilidad, la funcionaria me indicó que allí tampoco podía hacer el trámite, que tenía que ir al punto C, situado en la calle tal. Me subí al coche y fui hablando sola durante todo el trayecto. El monólogo era interno y en él se repetía una y otra vez la maldita palabra: burocracia. 
Por fin aparqué y me fui derecha al punto C. La oficina estaba repleta de gente y en el aire flotaba el tufillo de la resignación y del aburrimiento. Justo delante de mí una inmigrante intentaba renovar un permiso. Al hablar, se inclinaba sobre la mesa, como si intentase salvar las distancias del idioma. El funcionario trataba de explicarle que la renovación no era posible puesto que el papel en cuestión no tenía caducidad. "¿Caducidad?" repetía ella. "¿Qué es caducidad?" El hombre alzó los ojos hacia el techo y sonrió. "Que es para siempre". La mujer respiró aliviada y, antes de retirarse le dio las gracias por quinta vez. Llegó mi turno, expliqué nuevamente el motivo que me llevaba allí y él me contestó que estaba en el lugar adecuado. Poco me faltó para besarle. Le entregué la fotocopia y (¡horror!) chascó la lengua. Había un problema. La fotocopia no estaba bien hecha. Había que hacerla así y asá, pero no debía preocuparme. Justo enfrente hallaría una copistería. Resoplé y volé hasta la otra acera. Intenté desahogarme con la empleada, pero me contempló con esos ojos que tienen los que viven de hacer copias de documentos oficiales, con esos ojos de estar de vuelta de todo. Hundida ante su silencio, resoplé de nuevo y emprendí la carrera hacia la ventanilla del punto C. Delante de mí, un inmigrante (que intentaba también salvar las distancias del idioma) se hacía repetir la misma información una y otra vez. El funcionario, poco dispuesto a entender su inseguridad, comenzó a alzar la voz. "¿Cuántas veces tengo que decirte lo mismo?", gritó sin gritar. Y yo me sentí mal. Por el inmigrante. Y por el funcionario. Y por mí, que había perdido todo rastro de esperanza. Sin embargo, minutos más tarde y tras echar un último vistazo a las inevitables plantas de interior, salí triunfante a la calle, llené los pulmones de oxígeno y me deleité con la visión del sello oficial que lucía mi documento (algo arrugado ya).

C.M.SB.