martes, 28 de noviembre de 2017

La singularidad del pingüino

Tomo un café a la hora de la siesta. Apoyada en la barra, sin libro ni periódico a mano, observo la pantalla de una televisión muda. Me engancho al primer golpe de vista: un paisaje blanco, nieve abundante que cae de un cielo borrado por el frío, una procesión de pingüinos que camina hacia no sé dónde. Los veo de espaldas, negros, a cientos. Hay algo de inquietante en esa estampa. Por un momento, me parece estar viendo siluetas humanas. La cámara se acerca y enfoca a individuos concretos. Los veo de cerca, sus extraordinarios colores, la enorme belleza de sus cabezas, la perfección de sus picos. Aprecio su singularidad y la admiro mientras doy los últimos sorbos.
Salgo a la calle y me pongo los guantes. Mientras camino, pienso en que, en cuanto tenga un rato, dedicaré unas líneas a la hermosura del pingüino. Tan extraña.

C.M.SB. 

¿?

jueves, 23 de noviembre de 2017

La huida

Se sentía abrumado por la belleza del paisaje, por aquella melancolía que destilaban los cielos, por la combinación perfecta de los colores propios de la estación. Conforme pasaban los días, la tristeza se iba adueñando sin remedio de su ánimo, esa añoranza profunda de lo que nunca volvería a ser.  De modo que decidió marcharse para buscar la primavera en otras tierras, en otras latitudes. Y así, viajó hasta encontrar el aroma de las flores, el verde de los campos renacidos. 
Se creyó a salvo hasta el fatídico instante en que, al doblar una esquina, revoloteó ante sus ojos la primera hoja de otro otoño inesperado.

C.M.SB.


¿? 

lunes, 6 de noviembre de 2017

Vuelo nocturno

Releo algunos textos escritos hace tiempo. Unos me gustan, otros no tanto. En cualquier caso, todos ellos me dan ganas de escribir más. Así que enciendo el ordenador y me lanzo a construir un pequeño texto. Mientras pulso las teclas, me pregunto qué podría contar y, de pronto, me acuerdo de un sueño que tuve el otro día. En él, junto a otras personas, ocupaba el interior de un aro enorme. El estar dentro de ese círculo, nos permitía a todos sobrevolar la ciudad. Nuestros cuerpos, en posición vertical, surcaban un cielo nocturno, y nuestros pies colgaban en el aire, sobre los tejados de las casas. Sentíamos un poco de vértigo y gritábamos cuando el aro se vencía por uno de sus lados. Chillábamos con esa mezcla de alegría e histeria que es frecuente en las atracciones de feria. Nos agarrábamos con fuerza al aro y nos asomábamos a ese vacío en el que brillaban las luces de la noche. Y, en pleno grito, me desperté. Luego, me obligué a cerrar los ojos e intenté, sin éxito, retomar el vuelo.

C.M.SB.

¿?


domingo, 5 de noviembre de 2017

Palabras para hoy

No importa cómo escribo: importa qué. Importa no enmudecer en el camino. Con humildad quiero escribir, levantada en la mano del deseo, jugando. Quiero escribir como cuando platico, sin tregua y sin mirarme demasiado. Puesta sólo en la historia, sólo en el gusto de contarla para que alguien quiera leerla.

La emoción de las cosas


(Ángeles Mastretta)


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