viernes, 22 de julio de 2016

Los árboles de Thika

Recuerdo que, hace muchos años, cuando era pequeña, veía, sin perdérmela jamás, una serie de televisión: Los árboles de Thika. Apenas recuerdo el argumento, pero jamás se me ha olvidado algo que en uno de sus capítulos se decía: si quieres regresar a una casa donde has sido feliz, antes de marcharte por largo tiempo, besa cuatro de sus paredes. Y volverás. Seguro que volverás.
Cuando era pequeña, lo creía a pie juntillas. Hoy, me gusta recordarlo y compartirlo contigo.

C.M.SB.


lunes, 18 de julio de 2016

Una canción para hoy


¿Adónde va lo común, lo de todos los días:
el descalzarse en la puerta, la mano amiga?
¿Adónde va la sorpresa,
casi cotidiana del atardecer?
¿Adónde va el mantel de la mesa,
el café de ayer?


(Silvio Rodríguez)



Ilustración: Yael Frankel

domingo, 17 de julio de 2016

Mi pino

Huyo del calor y busco refugio en la hierba fresca, bajo la sombra de un pino. No es un pino cualquiera, es mi pino. Lo es desde que comenzó el verano, desde la primera vez que me tumbé dentro del círculo mágico que dibuja su copa. Así, en posición horizontal, dirijo la mirada a esas ramas que apenas dejan ver el cielo: un pedacito azul por aquí, un retazo de nube por allá. Juego a contar las piñas y me distraigo con el ir y venir de las palomas. Bosque es el único que comparte conmigo esos minutos de paz. Es, junto conmigo, el único habitante de ese mundo sereno, de ese pequeño oasis en el corazón de la ciudad. 
Olvido el reloj y no sé si han pasado dos minutos o dos horas. Bajo mi pino, el tiempo ha dejado de existir. 

C.M.SB.

Fotografía: C.M.SB.


miércoles, 13 de julio de 2016

Eternidad

Alguien saca una navaja del bolsillo. La abre y rasca la corteza durante un buen rato. Torpemente, dibuja las letras y los números. De vez en cuando, mira a su alrededor. Desconfía de la soledad del parque. Cualquier ruido le sobresalta, cualquier sombra le acelera el pulso. Terminada la tarea, da unos pasos hacia atrás y contempla su obra. Después, observa el grosor del tronco y la amplitud de la copa. Es un gran árbol. A saber cuántos años tendrá. A saber cuántos años más vivirá. Muchos, se contesta, casi una eternidad. 
Antes de marcharse, cierra los ojos y, con la yema de los dedos, repasa los relieves de las letras y los números. Se siente algo más ligero mientras camina. Y es que piensa que está más cerca de la inmortalidad.

C.M.SB.

Fotografía: C.M.SB.



sábado, 9 de julio de 2016

Palabras para hoy

Es en las cartas donde se existe, mucho más que se existió en la vida, porque en ellas se sobrevive.

(Pedro Salinas)


viernes, 8 de julio de 2016

Recomendación

Es difícil para un perro pastor alemán que vive al servicio de un grupo humano no añorar la libertad que conoció siendo un cachorro. Y sobre todo no sentir nostalgia por todo lo que perdió en sus vivencias con los mapuches, los indios de la Araucanía en Chile. Y es que nuestro perro se cayó en la nieve y, rescatado por un jaguar, fue a dar en un poblado mapuche. Allí creció con su compañero Aukamañ, el niño indio que era como un hermano para él, y allí aprendió a respetar a la naturaleza y a todas sus criaturas. Ahora, sin embargo, debe obedecer las órdenes de aquellos para los que trabaja y dar caza a un fugitivo misterioso, escondido más allá del río. ¿Lo atrapará finalmente? El destino le llevará a una situación en la que pondrá a prueba, pasado tanto tiempo, sus viejos afectos, y el sentido de su nombre.
Reseña de Historia de un perro llamado Leal (Luis Sepúlveda)

Tusquets, colección Andanzas


jueves, 7 de julio de 2016

El olor del amanecer

Todas las ventanas abiertas.
La noche.
La tormenta.
Amanece
y la casa entera huele a lluvia.

C.M.SB.


miércoles, 6 de julio de 2016

Cuarto aniversario

Sí, hoy celebro el cuarto aniversario de este blog. Hace exactamente cuatro años abrí por primera vez esta ventana a la que me asomo y te asomas de vez en cuando. Hoy lo hago en una hora de silencio y calor. Apenas entra ruido por las ventanas y las cortinas cuelgan lánguidas porque no hay ni una gota de viento que las mueva. De fondo oigo el canto de un pájaro y una especie de zumbido que emana del ordenador que, probablemente, se queja también del bochorno que reina en la habitación. 
En el tercer aniversario (acabo de revisarlo) hablé de los días raros y de los cambios que trae el tiempo. Hoy hablo de la mudanza de objetos que, a lo largo de muchos años, han ocupado un espacio que un día se les asignó y que ha perdurado. Llega un momento en que esas cosas que nos han acompañado durante media vida se acoplan a un cajón o a una estantería en una perfecta simbiosis. De pronto, las circunstancias nos inducen a cambiarlos de ubicación. Al sacarlos de su sitio, tenemos la extraña sensación de estar arrancando algo vivo, un recuerdo muy presente, una asociación indisoluble que anida en la mente desde no se sabe cuándo. Esos objetos, colocados en otro lugar, nos parecen distintos y en cierto modo, ajenos. Esos viejos objetos que alcanzábamos casi con los ojos cerrados, que encontrábamos a la primera y casi sin mirar, se pierden de repente en la casa nueva, en ese cajón que nunca antes habíamos utilizado, en esa estantería que aún luce incompleta. Quizás, cuando pase mucho tiempo, volveremos a sentirlos tan cerca y tan nuestros como los sentimos en nuestra otra media vida, esa que se ha ido para no volver.

C.M.SB.


martes, 5 de julio de 2016

Extraña

Siempre me han gustado las películas extrañas. Y en los dos últimos días, he tenido la oportunidad de ver una que realmente lo es: Melancolía, de Lars von Trier. No sabría decir si me ha gustado o no, pero sí puedo afirmar que algunas de sus imágenes son muy hermosas. Y, sobre todo, y eso es con lo que me quedo, inquietantes. En cualquier caso, la historia me ha mantenido en tensión y el final me ha sobrecogido. El título me parece de lo más apropiado. Si hay algo que se apodera de ti mientras la ves es precisamente ese sentimiento: melancolía, profunda.

C.M.SB.

Melancolía, Lars von Trier.

domingo, 3 de julio de 2016

El cursor

El cursor parpadea insistentemente en una ventana blanca, indicando el punto de partida, el lugar exacto donde clavar la primera letra de la primera palabra de la primera frase. Aparece y desaparece a minúsculos intervalos, esperando con infinita paciencia a que nuestros dedos se decidan a pasear por el teclado. Esa raya vertical se convierte en el único objetivo de nuestros ojos, en una vocecilla que nos llama desde algún lugar lejano y que de pronto nos recuerda esa cuenta atrás que se inicia cuando el semáforo está a punto de ponerse en verde: 5, 4, 3, 2, 1... ¡Adelante! Las yemas presionan las teclas negras y el texto comienza a construirse. 
Escribes siete líneas casi sin detenerte y, de repente, te paras y ahí está otra vez esa llamada que te invita a continuar o a poner fin de una vez, a escribir la primera letra de la última palabra de la última frase del día.

C.M.SB.




viernes, 1 de julio de 2016

Mezcla

Comienza el mes de julio y comienzan mis vacaciones. Y, como me ocurre siempre, las recibo con una mezcla de alegría, alivio y extrañeza. Y una pizca de vacío. Y otro poco de expectación.

C.M.SB.