domingo, 31 de octubre de 2021

A salvo

Lees sobre los vencejos, sobre su vuelo perenne e infinito. Lees sobre su capacidad, llegado el momento, de continuar volando con un ojo cerrado, utilizando solamente la mitad de su cerebro. De esa manera, mientras una parte descansa, la otra continúa en movimiento, avanzando por un cielo que no tiene límites. Este fenómeno, extraño y fascinante, te deja pensativa. Poco tardas en imaginar la maravilla de disponer de esa asombrosa facultad. Qué agradable sería poder imitarlos en esas situaciones en las que te gustaría encontrar una puerta por donde escapar. Así, solo una mitad de ti estaría en el lugar en el que no deseas estar. La otra, mientras tanto, estaría escondida en el sueño, acurrucada confortablemente en un refugio inexpugnable, a salvo de la obligación de continuar. 

C.M.SB.

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sábado, 30 de octubre de 2021

El regalo del otoño

Apartó la mirada del ordenador y la dirigió hacia la ventana de la oficina. No le costó ningún trabajo olvidar los informes y las cifras. En realidad le fue muy fácil perderse en la visión de la ciudad, en las calles mojadas por la lluvia, en el revoloteo de las hojas secas. Por fin se había hecho presente el otoño; la abundancia del agua había ayudado a los árboles a descargar  sus ramas, a extender en las aceras un manto de melancolía, de colores propios de la estación. Sus ojos siguieron el caminar de los desconocidos y envidió sus pasos. Pensó entonces que le gustaría atravesar el cristal, sentir el aire fresco en la cara, andar sin destino alguno, notar el leve crujido de las hojas bajo sus pies. Sus pupilas, como dos espejos, atrapaban la vida que pasaba al otro lado de la ventana. Tan absorto estaba, que tardó en oír las voces de sus compañeros y en comprender sus miradas atónitas. Y es que, para su alegría, el otoño también se había colado en la oficina y una bandada de hojas muertas, con piruetas que sabían a despedida, volaban entre cifras e informes.

C.M.SB.

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miércoles, 20 de octubre de 2021

El sueño de los pájaros

En la tarde, callada y quieta, el niño raro abrió la puerta y salió al jardín. Tan solo el rosal se balanceaba al son de una brisa inexistente. Atraído por ese único movimiento, el niño se acercó con sigilo para observar. Entre las ramas descubrió un nido cuajado de polluelos. Todos dormían acunados por el vaivén de ese tronco esbelto y cubierto de espinas. El niño contempló durante largo rato el sueño de los pájaros. Y, poco a poco, sintió que sus párpados se hacían pesados. Su cuerpo, blando, sin prestar resistencia alguna, se fue deslizando con suavidad hacia el suelo. Y mientras avanzaba la tarde, callada y quieta, fue cubriéndose el cielo de aves llegadas de todas partes. En sus picos traían pequeñas ramas que depositaban con delicadeza alrededor del niño dormido. También para él construyeron un nido, también para él siguió cantando su silenciosa nana el rosal.

C.M.SB.

¿?


lunes, 18 de octubre de 2021

martes, 12 de octubre de 2021

Por unos días

Terminas un libro y oyes la llamada de otro. Es una voz familiar y muy querida. Además, suena de manera tan insistente y obstinada, que no puedes dejar de prestarle atención. Casi sin pensar, te diriges a una estantería y extiendes la mano para coger la novela. Incluso con los ojos cerrados la habrías encontrado. Así sucede siempre en la casa de tu infancia.
En la primera página lees esa dedicatoria que tú misma escribiste hace treinta y seis años. Aquella letra ya no es la tuya. Tampoco te pertenecen ya esas palabras. Sin embargo, al arrancar la lectura del libro, tienes la sensación de reencontrarte con la que eras entonces, aquella que eligió ese libro para regalarlo, la misma que lo escogió entre otros muchos porque también en ese momento oyó su llamada.  Una vez más te adentras en La color más azul y, a las pocas líneas, comprendes que, por unos días, necesitabas volver a casa.

C.M.SB.



domingo, 10 de octubre de 2021

Palabras para hoy

Porque la realidad no se puede separar de los sueños, de las creaciones de la fantasía. ¿Cómo separar el agua del mar, la sal de la piedra?

La niña asombrada, Mónica Rodríguez.

(Escritos en la guerra)




sábado, 9 de octubre de 2021

Luces

En tus primeros pasos, la tarde, más que de sábado, parece de domingo. Los niños juegan en el parque y sus padres son atentos espectadores que los contemplan a poca distancia. Te cruzas con una mujer que viste a la manera hindú. Habla por teléfono y sonríe. No entiendes sus palabras, pero sí los gestos de su cara y sus manos. Sus ojos no miran lo que la rodean, están lejos, como si hubieran viajado para encontrarse con la dueña de esa voz que oye al otro lado del móvil. Porque estás segura de que habla con una amiga, quizás con una hermana. Observas a dos adolescentes sentadas sobre una mesa de ping pong. Sus cabezas están muy juntas. Forman parte del conjunto y, sin embargo, parecen estar fuera, ajenas a lo que ocurre a su alrededor, absortas en sus confidencias. Como cada tarde, espías los colores del cielo: allá el rojo, el morado, franjas blancas, azules intensos. La luna, tímida aún, apenas luce en los primeros pasos. Miras las copas altas de los árboles, las antenas de los edificios, las farolas que se han encendido sin que te dieras cuenta. La noche se ha apoderado de la tarde en un instante. Ves luces en las ventanas, el resplandor intermitente de televisiones u ordenadores, faros de coches, los discos cambiantes de los semáforos, los carteles chillones de los comercios... Todo es luz en esta noche. Avanzas hacia el bulevar y las terrazas están llenas. En el aire hay un bullicio de verano, de tertulia sin prisas. Y, de pronto, vuelve a ser sábado. La sensación de domingo ha quedado atrás, en el parque, en el griterío y el juego de los niños, en la espera paciente de sus padres. Levantas los ojos y la luna, apenas una rodajita, resplandece muy cerca de una estrella. Ha olvidado la timidez del atardecer y ahora se ha hecho la dueña del cielo. Es su luz la que te recuerda el camino de regreso. A casa, a estas palabras.

C.M.SB.

¿?


domingo, 3 de octubre de 2021

De nuevo, el asombro

Vuelves a pasear y a dejarte conquistar por el cielo inmenso, por esas nubes que guardan el recuerdo de la lluvia de esta mañana y cuyos colores y formas prometen más agua. Sí, contemplas el cielo, el mismo siempre, diferente siempre, con un asombro que se renueva cada tarde, con los ojos tan maravillados como si fuera la primera vez que lo ves. Su sola visión te hace añorar horizontes sin límites, caminos inexplorados, futuros imprevisibles, vuelos lejanos. Respiras el aire fresco de la tarde y se te llenan los pulmones y el ánimo de ansias de libertad, de cambio de rumbo. Sí, observas ese cielo cargado de nubes extrañas y, mientras caminas, notas un revoloteo, un alboroto de pensamientos y palabras que piden salir de ti para abrir sus alas y viajar.

C.M.SB. 

¿?


sábado, 2 de octubre de 2021

Paredes blancas

Paseas en la tarde, en esas horas en que la luz empieza a caer y en el cielo se combinan colores imposibles de atrapar. Levantas la mirada y ves que los bloques de pisos que bordean el parque ya están terminados. Durante meses has asistido a su construcción y te has familiarizado con la visión de hombres encaramados en andamios y grúas, esforzándose todos en la tarea de levantar edificios que en poco se diferencian de otros.  Esos bloques, tan llenos de vida durante un tiempo, están ahora silenciosos y vacíos. Permanecen cerrados, con las persianas bajadas, iluminados sus ladrillos por esa luz que se va apagando en esta tarde de octubre. Te detienes y observas a una pareja joven que también mira desde muy cerca una fachada concreta. Tienen cogidas las manos y charlan animadamente. Por su actitud, por su interés, no es difícil intuir que contemplan la que será su futura casa. No oyes sus palabras, pero supones que hacen planes, que tratan de vislumbrar un futuro que está a punto de comenzar. Y tú, tan dada a fantasear en tus paseos solitarios, ya ves esa casa, vacía y muda, temblando de impaciencia por verse ocupada, por sentir el peso de unos pies recorriendo el pasillo, por escuchar en la cocina las crónicas cotidianas, por estar abrigada y cubierta de cortinas, cojines y cuadros. Sí, fantaseas con la impaciencia de esa terraza por verse coqueta y adornada de flores, con la ansiedad de esas ventanas que seguramente sueñan ya con abrirse para permitir que entre el aire y el rumor de la calle. Retomas el paseo y dejas atrás a esa pareja que continúa inmóvil,  encaramada aún en proyectos, en la construcción de una vida que se escribirá en paredes que todavía son blancas.

C.M.SB.

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