viernes, 27 de agosto de 2021

Esas horas

Cada noche, antes de que el cansancio te venza, oyes a lo lejos el sonido del tren. Y lo último que imaginas antes de dormirte profundamente, es un vagón mecido por el traqueteo. Sin apenas esfuerzo, ves tu imagen reflejada en el cristal de la ventanilla. Detrás de ti brillan las luces del techo y, ante tus ojos, al otro lado de la superficie lisa y transparente, aparece la oscuridad de los campos solitarios, la silueta de los árboles que vigilan la noche, el perfil de algunas casas aisladas y sumidas en el silencio, los gigantes que sostienen el tendido eléctrico, la sombra de las nubes en un cielo que lo abarca todo, el blanco manchado de una luna que juega al escondite. Atrás van quedando las sucesivas estaciones, las breves paradas en las que intuyes la presencia de otros viajeros que esperan su propio tren, aquel que los llevará a un destino tan incierto como el que te aguarda a ti y que se esconde en esas horas en las que dejas de ser tú para ser solo sueño. 

C.M.SB.

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