miércoles, 30 de diciembre de 2020

Carambola

Fueron muchos los hombres que perdieron la razón y la vida en la búsqueda de una joya, cuya forma, redonda y perfecta, la hacía única. Según contaba la leyenda, permanecía escondida en lo más profundo de la jungla, absorbiendo con el paso del tiempo todos los matices de la vegetación que la custodiaba. 

En un día de sol, un hijo de la selva, apenas un niño, selló un trueque con su compañero de juegos. Y, así, cambió su canica verde por una fruta recién cogida del árbol. Satisfecho, clavó los dientes en la carne jugosa. Mientras tanto, su amigo hizo rodar la piedra. Esta trazó una carambola entre la maleza y cayó por la boca de una madriguera. El muchacho se asomó al agujero y se encontró con la desafiante mirada de una animal agazapado. 

Cuando el chiquillo extendió la mano, su amigo depositó en ella la mitad del fruto. Y su jugo, generoso, empapó las risas de ambos.

C.M.SB.

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martes, 29 de diciembre de 2020

Cuentan

El caracol intuyó que, en algún lugar de su interior, se escondía un tesoro. Así que, armado de toda su paciencia y lentitud, trazó espirales con su cuerpo hasta adentrarse en lo más profundo de sí mismo. Nunca se supo si llegó a encontrarlo, pero lo cierto es que sus cuernos jamás volvieron a buscar el sol. Cuentan que, durante largo tiempo, su caracola quedó oculta bajo una hierba alta y siempre fresca. Cuentan que quien se topaba con ella y la acercaba a su oído, escuchaba una vocecita lejana que, con la mayor calma, narraba las más bellas historias.

C.M.SB.

¿?


lunes, 28 de diciembre de 2020

El Director General

El Director General se paseó entre sus subalternos. Como siempre, llevaba unas botas grandes, de tacones poderosos y muy altos. 
Los empleados, a su paso, se encogían y se hacían muy, muy pequeños. 
El Director General comenzó a hablar. Su voz era fuerte y segura. Hasta tal punto que, con cada una de sus palabras, sus inferiores se hacían más y más pequeños.
El Director General miraba al frente. Sus empleados, al suelo.
El tiempo parecía detenido y, sin embargo, transcurría. Y, a medida que pasaba, las botas del Director General crecían y crecían. Y tanto crecieron que el Director General se empezó a quedar chiquito. También sus pies.
El Director General apenas podía caminar con unas botas tan enormes. 
Así que dio un tropezón. 
Y luego otro. 
Y después otro más.
Furioso, se desprendió de las botas.
Y, así, descalzo, siguió paseando entre sus subalternos. 
Que apenas le oían.
Porque su voz se había quedado también muy, muy chiquita.

C.M.SB.

¿?



viernes, 25 de diciembre de 2020

miércoles, 23 de diciembre de 2020

EL MOLINILLO

El molinillo gira y gira

sin parar.

Y sus colores se mezclan

a tal velocidad,

que dibujan arcoíris

en un pispás.

El molinillo gira y gira

sin parar.

Y sus susurros

cuentan historias

de aquí y de allá.

C.M.SB.

¿?


domingo, 20 de diciembre de 2020

Subrayados

Los gorriones son los niños del aire, la chiquillería de los arrabales, plazas y plazuelas del espacio. Son el pueblo pobre, la masa trabajadora que ha de resolver a diario de un modo heroico el problema de la existencia. Su lucha por existir en la luz, por llenar de píos y revuelos el silencio torvo del mundo, es una lucha alegre, decidida, irrenunciable. Ellos llegan, por conquistar la migaja de pan necesaria, a lugares donde ningún otro pájaro llega. Se les ve en los rincones más apartados. Se les oye en todas partes. Corren todos los riesgos y peligros con la gracia y la seguridad que su infancia perpetua les ha dado.

El gorrión y el prisionero

(Miguel Hernández)

Fotografía: C.M.SB.


domingo, 13 de diciembre de 2020

El placer de las cartas

Lees una noticia publicada hace pocos días. Casi doscientas cartas de amor, escritas durante la Segunda Guerra Mundial, aparecieron recientemente en un vertedero. Por una serie de casualidades, fueron encontradas por Cécile Filippi, trabajadora en una oficina de estudios medioambientales. Las misivas fueron escritas por Pierre y la destinataria era Aimée, su prometida. Ahora, gracias al poder de las redes sociales, esas cartas han sido recuperadas por la hija de ambos. Claudine, que así se llama, las está leyendo con sus hijos y nietos. Esta historia, que bien podría ser el argumento de una novela o de una película, te anima a reivindicar nuevamente el valor de los sentimientos escritos sobre el papel. También te invita a pedir a los que te quieren que te manden una carta de vez en cuando. Pocas cosas te resultan tan placenteras como abrir el buzón y hallar en su interior un mensaje escrito solo para ti. Qué agradable resulta el pensamiento de que esos papeles puedan caer algún día, cuando tú ya no estés, en las manos de un desconocido que quizás los leerá con la misma emoción con la que Filippi ha revivido el amor que Pierre sintió por su pequeña Aimée.

C.M.SB.

                                                                                  ¿?

                                                                        

domingo, 6 de diciembre de 2020

Palabras para hoy

 Ser de letras o de ciencias también es una forma distinta de ser y de vivir.

(Manuel Vicent)


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