miércoles, 30 de diciembre de 2015

Descubrimiento

Visito el Rincón Lento y descubro una obra y un autor: A veces lo visible, de Fernando Fiestas. Leo sus poemas y descubro palabras nuevas. Entre todas ellas, elijo dos versos: 

"Deberíamos ser pájaros
y apropiarnos del tiempo".

Los copio en esta ventanilla y me entran ganas de volar.

C.M.SB.

Los pájaros de su pelo: Mannfred Salmon


lunes, 28 de diciembre de 2015

Palabras para hoy

Leer es un acto de creación: la lectura posee la capacidad de reescribir lo contado.

(Nuria Barrios)
El País Semanal, 27 de diciembre de 2015

Aurélia Fronty

domingo, 27 de diciembre de 2015

Los paraísos perdidos

Es la película que os recomiendo hoy. La rodó Basilio Martín Patino en 1985. En ella hay una mezcla de ficción y realidad puesto que, entre otras cosas, es un magnífico documental de la España de esa época: las calles, la gente, las tiendas, las ropas, los coches... Como telón de fondo, la magnífica Charo López pone voz a las palabras de Hölderlin y nos narra fragmentos de su Hiperión. La película es profundamente melancólica por el tema, la luz y el tono. Quizá por eso me gusta tanto. 
La voy a conservar. Así la podré volver a ver, cuando en la casa haya de nuevo silencio, cuando encuentre otro paréntesis en el que poder perderme en mis propios paraísos perdidos.

C.M.SB.

Charo López (Los paraísos perdidos)

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Hoy...

rindo homenaje, como siempre en estas fechas, a mi admirado Ferrándiz.
Aprovecho para felicitaros las fiestas y desearos un buen año.
C.M.SB.


martes, 15 de diciembre de 2015

Palabras para hoy

Con lo dura y difícil que es la vida, ¿por qué no hacer un favor, si puedes hacerlo? [...] Pequeños actos benévolos contra la oscuridad, como velas encendidas en una noche de viento.

Instrucciones para salvar el mundo
(Rosa Montero)




domingo, 13 de diciembre de 2015

El tiempo que no pasa

El otro día casi tropecé con alguien a quien hacía mucho tiempo que no veía: una señora con la que jamás he cruzado una palabra y que, no obstante, forma parte de mi memoria. Desde que era niña la he visto caminar por el centro de la ciudad, siempre sola, siempre impecable y elegante, siempre igual, como si el tiempo no llegara a rozarla. El suyo es de esos rostros que se hacen familiares desde la infancia y que, sin embargo,  olvidas hasta que los vuelves a ver mucho después.  Son caras que nunca fueron jóvenes y que, al parecer, nunca llegarán a ser viejas. Curiosamente, todos esos rostros archivados en mi retina pertenecen a mujeres. Todas son diferentes, pero tienen algo en común: pasean solas y miran a su alrededor sin un asomo de sorpresa, como si nada hubiera cambiado, como si el tiempo también se hubiera detenido en las calles de la ciudad.

C,M.SB.

Leopoldo Pomés


martes, 8 de diciembre de 2015

La casa de los naufragios

La casa se construyó junto al mar. Poco a poco, retal a retal. Se fue construyendo con aquello que no quería el mar, con los restos de cien naufragios que el agua depositaba cada madrugada en la orilla. Se construyó a base de contrastes, de forma que lo más valioso se amalgamaba con lo más insignificante. La casa se hizo sin prisas, a lo largo de los años. Todavía sigue allí, en pie, junto al mar. Nadie habita en ella y, sin embargo, cuentan que cada noche se enciende una luz en la planta de arriba y que en la ventana se dibuja una sombra, la de una mujer. Quién sabe. El mar también deja vidas en la orilla. En cada naufragio.

C.M.SB.



lunes, 7 de diciembre de 2015

Fuera de tu alcance

Conservas el rumor del coche en los oídos, ese ronroneo monótono que todavía te acuna y adormece. Aún guardas el calor de la calefacción encendida y concentrada en el oscuro y reducido habitáculo. Las luces de la noche te han conducido a un laberinto de pensamientos, ideas y sensaciones que difuminan la realidad y convierten las sombras en posibilidades.
Miles de luces rodaban en la carretera, miles de historias en movimiento, contándose todas a la vez con miles de voces diferentes, acercándose, adelantándose unas a otras, coincidentes o distantes en los tramos rectos o en las curvas más cerradas. Miles de faros que deslumbraban y escondían gestos, vidas, rostros y destinos. Todo un mundo fuera de tu alcance.
Todavía te cuesta romper el silencio en el que te has adentrado a lo largo de kilómetros, mientras mirabas tras el cristal y te invadía una felicidad inexplicable y fugaz. 

C.M.SB.


viernes, 4 de diciembre de 2015

Deprisa, deprisa

Ya están encendidas las luces de Navidad.
Dentro de nada será primavera en El Corte Inglés.
Y a poco que nos descuidemos, la vuelta al cole.

C.M.SB.



sábado, 28 de noviembre de 2015

Tablas

Aborrezco las tablas, me asfixia su cuadriculamiento, me desanima su estrechez, me anulan esas líneas rígidas que no te permiten salirte de la raya. Que me den un folio en blanco, con todas sus posibilidades, con todos los rumbos que regala.

C.M.SB.



viernes, 27 de noviembre de 2015

Todo ese fuego

No sé cuándo comenzó mi fascinación por las hermanas Brontë. Quizás su origen se encuentre en la primera lectura de Jane Eyre, novela que consigue atraparme desde la primera página cada vez que vuelvo a ella. Quizás aquellas páginas me invitaron a indagar sobre la vida de quien las había escrito: Charlotte. Y tal vez fue la propia Charlotte quien me cogió de la mano y me condujo hasta sus hermanas. El caso es que la fascinación comenzó muy temprano y perdura hasta hoy. Por eso, en cuanto descubrí Todo ese fuego de Ángeles Caso, volé a la librería para hacerme con un ejemplar. El libro me acompaña desde entonces en mi café diario, junto al ventanal, en esos momentos en los que todo desaparece, en los que soy enteramente feliz.  Cada palabra me hace viajar a esos páramos que ellas tanto amaron, cada línea me dibuja el baile del brezo movido por el viento, cada página me adentra en las brumas o en esa sala donde tres cabezas se inclinan afanosamente sobre el papel. Me parece ver la escena iluminada por la chimenea: Charlotte, Emily y Anne sentadas alrededor de la mesa, unidas por la misma pasión, por el mismo deseo. Imagino sus mejillas sonrojadas, sus ceños fruncidos por la concentración, esas mentes bullendo en el saloncito a través de cuyas ventanas no se vislumbra más que la soledad del paraje. Casi puedo sentir el frío del exterior, casi puedo oír el silencio de la noche o el golpeteo de la lluvia en los cristales.  Oigo el tic tac del reloj y el susurro de las telas de vestidos largos, oigo el bostezo de los perros que dormitan junto al hogar. Casi puedo oler la leña quemada, la tinta que se seca sobre el papel. Casi puedo palpar esos sueños, ese anhelo de libertad, todo ese fuego.

C.M.SB.

Diario de Emily Brontë (26 de junio de 1837)



"Caminaré adonde mi naturaleza me lleve,
pues me humillaría elegir otro guía.
Allí donde pastan entre helechos los grises rebaños,
allí a la montaña, donde brama el viento salvaje".
(Emily Brontë)

domingo, 22 de noviembre de 2015

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Música

Terminada la jornada (laboral), me refugio en este espacio que me permite desconectar del exterior. Desaparece el decorado y mi atención se centra por entero en una ventana en blanco. Los dedos buscan las teclas y mis oídos se recrean en ese sonido que acompaña a las palabras conforme van quedando escritas. Ese ruido, pequeño y familiar, es música a estas horas del día.
Hoy he comenzado esta entrada con la intención de recomendar el libro que acabo de terminar. Voy a cumplir mi propósito. La autora es Patricia Esteban Erlés. El título, Casa de Muñecas. La editorial, Páginas de Espuma. La ilustradora, Sara Morante. 
Casa de Muñecas se compone de un buen puñado de microrrelatos. También podría decir que recopila un magnífico puñado de escalofríos. Aquí dejo una idea, una frase extraída de un texto cuyo título es Volver: "No sabíamos que la vida es una calle que se cruza deprisa para llegar al otro lado".

Ahora cierro esta ventana. Se acabó la música por hoy.

C.M.SB.





  

lunes, 9 de noviembre de 2015

La desconocida

Se contempló como cada mañana. Y con la punta de los dedos, repasó las breves arrugas que el tiempo había grabado en su piel. Contó sus pecas y comprobó que el número era el mismo que en su infancia. Se miró a los ojos y se vio parpadear: una, dos, tres veces, cinco, diez. Luego, trazó con los labios aquel mohín con el que tantas veces se había visto en las fotografías de juventud. Se detuvo en cada lunar y se perdió siguiendo la ruta de sus poros. Se miró con tanta insistencia que acabó encontrando a la desconocida que veía cada mañana, aquella que, atrapada en el espejo, repasaba con la punta de los dedos las breves arrugas que el tiempo había grabado en su piel.

C.M.SB.

Ana Juan



jueves, 5 de noviembre de 2015

miércoles, 28 de octubre de 2015

Ausencia

Dibujo con tiza la fecha de hoy. Inmediatamente los números se transforman en una palabra: ausencia. Y surge una pregunta: ¿dónde estás, señor de los gorriones?

C.M.SB.





martes, 27 de octubre de 2015

De buzón a buzón

En la sección de Economía y negocios, leo un artículo: El cartero se queda sin cartas. Resumido, viene a decir que los servicios de correos del mundo afrontan la caída de envíos y el reto de sobrevivir con la paquetería en un mundo en el que Internet ha liquidado los intermediarios. Pienso en el contenido de mi buzón. Se reduce a comunicaciones del banco y a publicidad. Triste, muy triste.
Yo, que pertenezco a esa especie en extinción que adora mandar y recibir cartas, compruebo que la noticia es probablemente cierta, que llegará un momento en que las sacas del cartero queden vacías. Personalmente me resisto a prescindir de la postal en verano o de la felicitación navideña. Conservo esas dos costumbres por no perder del todo el hábito de contar sobre el papel. Hay rituales que quiero seguir practicando: elegir la tarjeta, buscar un lugar adecuado para escribir, sentarme bajo la luz, cuidar la letra, escoger las palabras, estampar la firma, pegar el sello y, lo mejor de todo, lanzar la carta por esa rendija oscura y mágica (preferiblemente la boca de un león). Reconozco las ventajas de los mensajes electrónicos, su inmediatez. Pero deberían usarse sólo para la urgencia. Para lo demás, para contar nuestra pequeña crónica, para decir lo que sentimos o añoramos, para dejar un recuerdo, para que nuestras palabras reposen y cojan el gusto del tiempo, para alimentar la impaciencia de quien aguarda noticias, para todo eso, deberíamos pedir a los que nos quieren que nos escriban de vez en cuando una carta. Nos harían felices. A mí por lo menos.

C.M.SB.


sábado, 24 de octubre de 2015

Palabras para hoy

«Si cerca de la biblioteca tenéis un jardín ya no os faltará de nada»
 (Cicerón)

Rebecca Campbell

viernes, 23 de octubre de 2015

Hace sol y caminas ligera. Sonríes mientras te despides de unos y otros. Dices "hasta el lunes" y esas tres palabras te saben a cosa rica. Respiras y te das cuenta de que el aire huele a libertad. 

C.M.SB.

Chris Maynard

jueves, 22 de octubre de 2015

Envidia

La vida te cambia en un momento y pierdes esa rutina de la que, a veces, tanto te quejabas. Es entonces cuando envidias la naturaleza del camaleón.

C.M.SB.



viernes, 16 de octubre de 2015

¿Nos vemos allí?


Mañana, sábado, día 17 de octubre, tendrá lugar la III Gala Benéfica a favor de la Protectora de Animales y Plantas La Camada. Será a las 19:00 h en el salón de actos del Colegio San José de Guadalajara. 
Todo lo que se recaude (entrada de adultos, 6 euros) irá destinado al bienestar de los perros y gatos del albergue. Habrá música, proyecciones, mercadillo y mucho más.
¿Nos vemos allí?

C.M.SB.

jueves, 15 de octubre de 2015

A Terry

Un trotecillo ligero.
Alegre.
Una última mirada.
Tañen los racimos
desde sus ramas.

C.M.SB.




domingo, 11 de octubre de 2015

El viaje sin fin

Ayer acudí a mi cita anual con la Feria de otoño dedicada al libro viejo y antiguo. Y, como cada año, disfruté (h)ojeando libros, postales, programas de cine, fotografías... También, como cada año, no pude evitar pensar en el largo recorrido de esas palabras e imágenes que han ido pasando de una mano a otra, de un dueño a otro, de una biblioteca a otra, hasta llegar a esos puestos blancos del Paseo de Recoletos. Esa idea me gusta, ese viaje sin fin de los objetos de segunda mano, esas huellas del pasado, esas vidas anónimas que se esconden entre el papel amarillento, esa herencia que nos han legado los desconocidos. 

C.M.SB.


viernes, 9 de octubre de 2015

El puente

Todo el mundo pregunta qué vas a hacer durante el puente. Y es que parece existir la obligación de planificar el tiempo y, sobre todo, de ocuparlo. Hay que estrujar las horas, viajar, cubrir cada hueco de la agenda, aprovechar cada minuto. Sin embargo, en este puente, lo que más me apetece es dejarme llevar, esperar y ver qué surge, sentir que realmente estos tres días son libres.

C.M.SB.


miércoles, 7 de octubre de 2015

Sin título

Lanzó la caña para pescar un sueño.
Esperó a la noche.
Y la luna cayó en su anzuelo.

C.M.SB.

Christian Schloe







jueves, 1 de octubre de 2015

Empieza...

un nuevo mes. Me asomo a la hoja del calendario y me pregunto qué nos traerá. Espero que, entre otras cosas buenas, tiempo para escribir.

C.M.SB.


jueves, 24 de septiembre de 2015

El bazar de las sorpesas

El otro día y después de muchos años, volví a ver El bazar de las sorpresas. Se trata de una película dirigida por Ernst Lubitsch en 1940. Guardaba de ella un grato recuerdo y he de decir que, al verla por segunda vez, disfruté tanto como en la primera. Traspasé las puertas de esa tienda de regalos en la que transcurre la vida de unos personajes a los que reconocí como viejos amigos. Sin moverme del sillón viajé a ese Budapest en blanco y negro, a esa ciudad de mentira por la que caminé sorteando los copos de nieve artificial. Durante noventa y cuatro minutos el universo se redujo y adquirió las pulgadas del televisor. Todo un mundo encerrado en la pantalla. Una delicia. 

C.M.SB.

James Stewart y Margaret Sullavan

lunes, 21 de septiembre de 2015

Sin salida

Juntos se adentraron en el laberinto y juntos olvidaron que deseaban salir de él. En cada giro perdieron un recuerdo, una cara, una fecha, un nombre. Juntos lo olvidaron todo. Así anduvieron largo tiempo, cogidos de la mano, sin olvidar reírse del aprieto en el que estaban metidos.

C.M.SB.

L. Bargalló

viernes, 18 de septiembre de 2015

Por fin...

es viernes. Vamos a disfrutarlo. Feliz día a todos.

C.M.SB.

                 
Patricia Bol
                                                                   

martes, 15 de septiembre de 2015

Va por ti, Rompesuelas

Éramos miles en la Puerta del Sol. Miles llegados desde todas las comunidades autónomas del país. Miles diciendo no a esa fiesta de sangre conocida como El Toro de la Vega. Miles intentando salvar la vida de Rompesuelas.  
Éramos muchos en la manifestación de la Puerta del Sol. Más que el año anterior. Menos que el año próximo. Estoy segura. Como también lo estoy de que llegará un día en que la razón y la compasión estarán por encima de tradiciones y de intereses económicos. Es cuestión de tiempo. Y de seguir insistiendo. Porque como decía mi admirada Rosa Montero, al final venceremos.

C.M.SB.


lunes, 14 de septiembre de 2015

Una cosa me lleva a la otra

Esta mañana echo un vistazo al dominical y me encuentro con un fotógrafo que no conocía: Masao Yamamoto. Me detengo en sus imágenes y me gustan por su aparente sencillez. Escribo su nombre en el buscador y encuentro muchas más. Me cuesta elegir. Y así, intentando escoger una para compartirla contigo, tropiezo con la obra de otro autor que tampoco conocía: Álvaro Sánchez-Montañés. Contemplo sus imágenes y me gustan también. Nuevamente me cuesta elegir. Pero lo hago y, mientras escojo, pienso que así podría seguir hasta el infinito. Lástima que no haya tiempo para que una cosa me siga llevando a la otra.

C.M.SB.

Masao Yamamoto

Álvaro Sánchez-Montañés





jueves, 10 de septiembre de 2015

El primer día

El niño agarró la mano de su madre y echó a andar. Sus pies se encontraban a gusto dentro de los zapatos nuevos. El niño miraba como si sus ojos quisieran acostumbrarse a estudiarlo todo desde el primer momento y sonreía mientras su madre le contaba lo bien que lo iba a pasar en clase, mientras le hablaba de sus nuevos amiguitos, de lo mucho que aprendería. Estrenaba babi y mochila. Libros y cuadernos. Lapiceros y cartulinas. 
Conforme avanzaban, la calle se veía llena de otras madres y de otros niños. Atravesaron una puerta grande. Recorrieron un largo pasillo. Había mucha gente, mucho ruido y en el aire flotaba el polvo de las tizas. Los otros, aquellos que serían sus amigos, lloraban agarrados al cuello o a las piernas de sus padres. También él se puso a llorar. Quería volver a casa, quitarse el babi y los zapatos. De repente le hacían daño. Quería ponerse los viejos, los de antes, los que llevaba la víspera, cuando todavía era pequeño y el mundo, un lugar seguro.

C.M.SB.

Soizick Meister

martes, 8 de septiembre de 2015

lunes, 7 de septiembre de 2015

Al fin

Pocas situaciones cotidianas son más incómodas que viajar en un ascensor con personas de las que sólo sabes a qué piso van. Hoy éramos cuatro e íbamos realmente comprimidos. El silencio era espeso. El viajero más alto ha decidido mirar al techo. Los dos más bajitos, al suelo. Yo, de estatura intermedia, he abierto mis llaves en abanico y he recorrido con los ojos sus perfiles dentados. Las he mirado con el mismo interés desmedido que pone uno cuando tiene la suerte de encontrar publicidad en el buzón y se parapeta tras la oferta de detergentes. 
Excepto los saludos exigidos por la buena educación, nadie ha pronunciado una sola palabra.  Al parecer, a todos nos ha dado pereza hablar del tiempo. Afortunadamente he sido la primera en bajar, en sentir el bálsamo de la huida. Los otros tres han continuado su ascenso, un poco más anchos en el reducido espacio, un poco más aliviados, con un poco menos de terror a rozarse, con igual ansia de ver la puerta abierta. Al fin.

C.M.SB.




domingo, 6 de septiembre de 2015

Lo suscribo

Escribo este artículo (que tardará dos semanas en llegar a tus manos) con el corazón tiritando: acabo de leer que quien ató a un perro en Carrión, le roció con un líquido inflamable y le quemó vivo es un menor. El perro tardó días en morir. La autopsia demostró antiguas lesiones por torturas. El menor ha sido detenido, pero me temo que habrá pocas consecuencias. Al margen de la psicopatía concreta que pueda existir en este caso, lo que más me acongoja es la certidumbre de que estas atrocidades se potencian cuando la sociedad hace alarde de crueldad contra los animales y cuando educa a los niños en la celebración de esa barbarie. Y somos unos malditos inconscientes al comportarnos así, porque numerosos estudios demuestran que hay una relación directa entre la violencia contra los animales y la violencia contra las personas. Lo cual por otra parte es lógico; torturar a un ser vivo exige desarrollar tal falta de compasión que sin duda tiene que tener consecuencias peligrosas para la sociedad.
La ignorancia, la costumbre y los prejuicios pueden cerrarnos las entendederas. Soy hija de torero y, aunque siempre con cierta desazón por la crudeza de la lidia, fui una buena aficionada hasta que crecí por encima de mi entumecimiento cultural. Y en eso consiste precisamente civilizarse. En intentar ser mejores de lo que somos. Más empáticos, menos feroces. De hecho, en España hemos ido progresando por ese camino. Lo terrible de la fiesta de los toros es que hace de la carnicería un espectáculo; esto es, proporciona un modelo de relación con los animales y es un perfecto indicativo del nivel general de aceptación de la violencia en nuestra sociedad. Durante muchos años, los caballos de los picadores salieron sin peto. Los toros evisceraban cada tarde a media docena de animales; los pobres jacos caminaban pisándose las tripas, decía Valle-Inclán. Les metían los intestinos a puñados, los cosían en vivo y los volvían a sacar. Ese horror terminó con la ley que impuso la protección en 1928. Pues bien, Ortega y Gasset, que sin duda era un sabio, escribió un artículo indignado diciendo que el peto acababa con la grandeza de la fiesta. Así de acostumbrados estábamos entonces a la crueldad (un afán matarife que luego estallaría en la Guerra Civil). Si hoy sucediera algo así en una plaza, los espectadores en pleno vomitarían y se desmayarían. Así que hemos avanzado algo. Pero no lo suficiente. Yo no abogo por la prohibición de las corridas: creo que eso puede proporcionarles oxígeno, cuando sin duda están agonizando. La llamada fiesta de los toros es un residuo del pasado, algo tan abiertamente brutal que no tiene espacio en nuestra sociedad. Y no sólo por el evidente tormento de los animales, sino también por las espantosas cogidas: el cornalón de Rivera, que le atravesó el vientre; el pitón que ha empalado la cara de Fortes, alcanzando su cráneo. ¿Pero alguien en su sano juicio puede defender hoy día semejante salvajada? ¿Que el toreo es tradición? Lo mismo que los juegos de gladiadores, que el derecho de pernada o que la esclavitud. Si hubiéramos respetado las tradiciones, seguiríamos viviendo en las cavernas.
Sin embargo, sí creo que hay que prohibir inmediatamente todas esas algaradas populares en las que, sin ninguna regulación ni preparación, se cometen verdaderas brutalidades. Y el buque insignia de la tortura a los animales en este país, el sadismo más redondo y abyecto, es el Toro de la Vega de Tordesillas. A mi padre, que amaba a los animales (somos así de paradójicos), era un evento que le repugnaba. Le parecía cobarde y atroz, y sé que muchos taurinos opinan así. Cuando reanudaron la matanza tras la prohibición en el franquismo, los organizadores del Toro de la Vega explicaban con asquerosa satisfacción que la cosa comenzó cuando el hijo de una aristócrata falleció corneado; la madre dispuso que, como venganza, cada año se matara a un toro de la manera más dolorosa posible. Naturalmente, ahora llevan muchos años sin volver a repetir el origen de su tradición, una historia que deja bien a las claras lo que son: torturadores. El próximo 15 de septiembre, Rompesuelas será perseguido por una horda de energúmenos a caballo y a pie que, con cuchillas atadas a una vara, le tajarán y pincharán donde puedan, la cara, la tripa, los ojos, en un lentísimo martirio hasta la muerte. Es un tormento al que llevan a los niños. Una escuela de futuros verdugos. Si crees que esta monstruosidad es inadmisible en el siglo XXI, por favor, acude a la manifestación de PACMA contra el Toro de la Vega. Es el sábado 12, a las cinco de la tarde, en la Puerta del Sol de Madrid. El año pasado fuimos 45.000. Que oigan nuestra ira y nuestro dolor. El futuro, la civilidad y la compasión están de nuestra parte. Venceremos.

Venceremos (Rosa Montero) 
El País, 6 de septiembre de 2015
Paco Catalán

lunes, 31 de agosto de 2015

Adiós y gracias

Se acaba el mes de agosto y con él mis vacaciones. Adiós al café sin prisa, adiós a los largos paseos de la mañana, a la vida sin horarios, al ya lo haré mañana. Aunque oficialmente no toque, le digo adiós al verano. Y gracias.

C.M.SB.

Gonzalo R. Checa

sábado, 29 de agosto de 2015

Quizá

De todas las imágenes que he captado a lo largo de este verano, me quedo sin duda con esta. Quizá porque siempre me recordará los paseos por Gijón a la caída de la tarde, cuando bordeábamos sin prisas la playa de San Lorenzo, descubriendo constantemente algo nuevo, disfrutando siempre del paisaje tranquilizador del mar. Quizá porque capturé un instante en la vida de personas cuyo rostro jamás conoceré, cuyos nombres e historias me serán siempre ajenos y que, sin embargo, en ese momento, compartían conmigo los colores del cielo, los pequeños ríos dibujados por la marea en la playa, el olvido del tiempo en los relojes. Quizá porque me hace pensar en que todos los que estábamos allí ese día, a esa hora, dejamos en la arena una huella que el agua se encargó de borrar muy poco después. Quizá porque mientras el objetivo de la cámara atrapaba el deambular de muchos yo me fijaba en una de las figuras, una en concreto que tal vez llamó mi atención por nada en especial, simplemente porque mis ojos la distinguieron y la erigieron en protagonista de ese segundo fugaz. No sé. Quizá.

C.M.SB.

Gijón, julio de 2015



jueves, 27 de agosto de 2015

Besos

Sus palabras, al ser escritas, cobraban color, sabor y forma. Un día, se atrevió a escribir una con la yema del dedo, muy tímidamente y siguiendo el trazado de los labios de Adelina. Cada una de las cuatro letras se convirtió en un beso. 

C.M.SB.

Teresa Herrero

martes, 25 de agosto de 2015

La casa dormida

Anoche más que fresco era frío lo que entraba por las ventanas, abiertas todas de par en par, como han estado durante este tórrido verano. La temperatura me pilló un poco desprevenida y un tanto melancólica. Ya hay momentos en que se huele en el aire el final del verano. 
Antes de irme a la cama, recorrí la casa cerrando una ventana tras otra. Y, al hacerlo, he de decir que sentí cierto bienestar. Afuera quedaban el ruido, la ciudad, el viento. De pronto, me sentí muy a gusto encerrada en el cascarón. Me metí en la cama, me puse cómoda bajo la ropa y abrí el libro a la luz tenue de la lámpara. En las primeras líneas, mi mente volaba a lo que había en el exterior, al otro lado del cristal. Imaginaba las ramas balanceándose en la oscuridad, los parques desiertos, las solitarias farolas, los bancos vacíos. Me adentré en la lectura, en la sensación confortable de estar a salvo y las palabras me llevaron con sigilo hasta el sueño. Al cerrarse mis ojos, todo se fue a ese otro lado en el que por unas horas dejamos de estar, a ese mundo que desaparece en el silencio de la casa dormida.

C.M.SB.

Jimmy Liao

domingo, 23 de agosto de 2015

Misterios

A veces, sin saber por qué, te detienes en una palabra de uso frecuente, de esas que utilizas casi a diario y en la que ni siquiera reparas. Como en tantas otras ocasiones, sale de tus labios con naturalidad y sin pensar. Y, de pronto,  sin motivo alguno, te suena rara. Entonces te paras y la repites una vez más. Primero mentalmente. Después, de viva voz. Taza, dices. Taza, insistes. Cambias el tono, elevas o bajas el volumen, la silabeas, la cantas, la susurras, la gritas. Y empiezas a coger carrerilla: tazatazatazatazatazatazatazatazataza... Al fin, sin aliento, compruebas que la lengua se te traba y que esa palabra tan simple, tan corta, tan vulgar, tan de andar por casa, esa palabra insignificante, exenta de belleza, poesía o grandilocuencia, ese término pequeño y sin importancia, perdido entre millones de vocablos, guarda entre sus letras todo un misterio imposible de desvelar.

C.M.SB.

Esther Hörchner

miércoles, 19 de agosto de 2015

Ojalá sea cierto

Como empieza a ser habitual, leo el dominical con días de retraso. Me encuentro con las palabras de Millás y con las de Rosa Montero. El uno y la otra me hacen disfrutar doblemente del café, del comienzo de la tarde. Leo también un reportaje sobre los elefantes, sobre su posible desaparición. Me entero de que alcanzan a vivir setenta años, que entierran y velan a sus muertos, que cuidan y acompañan a los enfermos. Me enternece saber que, a pesar de su fuerza, son exquisitamente delicados cuando se trata de coger un fruto con la trompa. Y me alegra verificar que lo de su memoria no es leyenda, la tienen hasta el punto de no olvidar jamás un lugar por el que han pasado. Son tan inteligentes como hermosos.  Al parecer, los gobiernos se comprometen a velar por la supervivencia de estos magníficos animales, a luchar contra quienes los cazan. Ojalá sea cierto. 
C.M.SB.


lunes, 17 de agosto de 2015

Para hoy


Pues todo aquello que de algún lugar cae

con la marea, hasta otro lugar nada.

Pues no hay cosa perdida que no se pueda hallar si es buscada.


The Faerie Queen

(Edmund Spenser)




viernes, 14 de agosto de 2015

Como cada tarde

Los dos niños esperaban al maestro cada tarde, de camino a la escuela. Le tenían cogida la hora y reconocían sus pisadas, su andar lento. 
El maestro, despistado sin remedio, perdido siempre en sus pensamientos, se sorprendía al verlos y les saludaba con el entusiasmo de quien encuentra a un amigo tras una larga ausencia.
Los niños amoldaban sus impacientes pasos a los de don Anselmo. Uno se colocaba en su costado izquierdo, el otro en el derecho. 
El maestro, hombre de muchas palabras, tenía siempre una historia nueva que contar. Sin embargo, para concentrarse y no perder el hilo, necesitaba tocar con los dedos la oreja de su oyente. Así que con una mano agarraba el lóbulo del niño apostado a su izquierda y con la otra el del que se situaba a su derecha.
A medida que contaba, su caminar se hacía más lento, deteniéndose por completo en las pausas, en los momentos en que la historia adquiría mayor misterio o mayor emoción. Era en esos instantes cuando sus dedos masajeaban las orejas con verdadera fruición.
El final del cuento coincidía inevitablemente con el final del camino. Entonces, los tres atravesaban juntos la puerta de la escuela, en silencio.
Al comenzar la clase, las orejas de los dos niños aún estaban rojas, muy calientes. También la historia que acababan de escuchar conservaba todo su calor. Como cada tarde.

C.M.SB.

Monumento al maestro, Palencia (autor: Rafael Cordero)

jueves, 13 de agosto de 2015

Cosas que pasan

Esta mañana, mientras hablaba por teléfono, he visto que un ser diminuto se movía por los alrededores de la vitrocerámica, algo que ha comenzado a arrastrarse por la superficie negra y brillante con total parsimonia. Se trataba de un caracol, el más pequeño que me he encontrado en la vida. Lo he dejado en un jardín y le he deseado suerte. 

C.M.SB.

Leticia Zamora Méndez

miércoles, 12 de agosto de 2015

Cuestión de narices

¿Por qué a tanta gente le da por operarse la nariz y fabricarse una de serie? He ahí la cuestión. Depende de los gustos, claro está. Personalmente prefiero mil veces las narices poderosas, rotundas, atrevidas, descaradas, prominentes, aguileñas, excesivas, esas narices inolvidables que imprimen carácter y que hacen únicos a los rostros que las lucen con valentía. 

C.M.SB.

Barbra Streisand