viernes, 30 de noviembre de 2012

DÍA DE LAS LIBRERÍAS
Hoy, 30 de noviembre, se ha celebrado el día de las librerías, de esos lugares mágicos, donde la palabra escrita impregna el aire, donde miles de personajes y autores nos llaman con voces insistentes, atropellándose unas a otras, confundiéndose unas con otras. Sin embargo, esas voces nos hablan desde el silencio, desde la paz de un encierro del que ansían ser rescatadas. De entre todas ellas, una se impone y, con un hilo invisible, tira de nosotros con una mezcla de suavidad y energía. Y es, justo entonces, cuando nuestra mano se extiende y elige ese libro inexplorado que parecía estar esperándonos desde siempre.
(C.M.SB)


sábado, 24 de noviembre de 2012

NAUFRAGIO

Busqué la fuente de la felicidad y naufragué en un mar de posibilidades.

(C.M.SB)


viernes, 23 de noviembre de 2012

LA VOZ DE LA TIERRA...

Que sea primavera
cuando escribas,
y el día, como hoy,
tenga un sol cuya luz
no proyecte más sombra
que la que dan las alas
de los pájaros.
Que tus pasos te alejen
más de ti,
y que cada palabra,
cada verso,
sean los que esperabas
y no acababan nunca
de llegar.
Y cuando estés muy lejos
y hayas dejado atrás
las dunas del desierto,
donde las flores vuelvan
a brotar,
no te importe seguir.

¿Sabrá volar el mar?
(José Corredor-Matheos)
Editorial El Jinete Azul

Ilustración: Noemí Villamuza

lunes, 19 de noviembre de 2012

JUEGO

El tren llegó a la hora prevista. Y, como siempre, ella estaba esperando en el andén. Sin saber exactamente por qué, quise tensar la situación y y descender del vagón en el último momento, como en las películas, cuando las puertas comienzan a cerrarse y ya se ha perdido toda esperanza para el reencuentro.
Escondido tras una cortina, quise observar su inquietud al buscar mi rostro entre los pasajeros que abandonaban el tren, su impaciencia al mirar el reloj más de cien veces y su perplejidad al quedarse sola en el andén. Pero nada de eso ocurrió. Ella permaneció inmóvil, como si nada ocurriese, con la mirada fija en la ventana del vagón en el que yo me ocultaba.
Ahora, pasados los años, estoy convencido de que me vio. Quizá también estuviese jugando. Pero no me atreví a bajar para comprobarlo.

Miguel Ángel Hernández-Navarro.
Antología del microrrelato español (1906-2011). El cuarto género narrativo. CÁTEDRA.


domingo, 18 de noviembre de 2012

Lluvia de hojas...

Esta mañana, mientras tomaba un café en la terraza de un bar, observaba el cielo, muy azul y salpicado de nubes muy blancas. Poco a poco, el viento ha comenzado a soplar, cada vez con más fuerza. Frente a mí, las ramas de un árbol bailaban al son de las ráfagas de aire. Las hojas secas se han desprendido, todas a una. Antes de caer al suelo, planeaban unos instantes, hacían piruetas cruzándose entre sí y susurraban con voces llegadas de otro tiempo, de otras mañanas de domingo que se han ido para no volver o que sí regresarán, a mi memoria, cuando menos las espere.
Las campanas de la Iglesia de la Antigua se han sumado a esos susurros y una bandada de palomas asustadas ha sobrevolado los tejados. En ese preciso instante, he apurado el café y he echado a andar.
(C.M.SB)





jueves, 15 de noviembre de 2012

 A UN GATO...

No son más silenciosos los espejos
ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
más remoto que el Ganges y el poniente,
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.
En otro tiempo estás. Eres el dueño
de un ámbito cerrado como un sueño.

(J. L. Borges) 

LINDA
 

martes, 13 de noviembre de 2012

SABIDURÍA

Aquél fue el día más importante de mi vida. Tenía tres años. Estuve perdido durante cinco horas que fueron como cinco siglos.
Cuando me encontraron era un niño feliz que conocía todos los secretos del mundo, de sus hablas y de sus gentes.
Nunca pude recordar el destino de mis pasos inocentes en aquel tiempo extraviado.
Ahora que soy viejo tan sólo reconozco algo parecido al aleteo de un pájaro con el que volaba en la orfandad de un desierto brillante.
Pero hace mucho que los sueños me sustituyen la memoria.

Luis Mateo Díez.
Antología del microrrelato español (1906-2011). El cuarto género narrativo. CÁTEDRA.



sábado, 10 de noviembre de 2012


JUGAR CON VENTAJA

La luna es mi cómplice. Cada noche entra por mi ventana y me susurra al oído todos tus sueños.
(C.M.SB)




jueves, 8 de noviembre de 2012

La función del lector / 1

Cuando Lucía Peláez era muy niña, leyó una novela a escondidas. La leyó a pedacitos, noche tras noche, ocultándola bajo la almohada. Ella la había robado de la biblioteca de cedro donde el tío guardaba sus libros preferidos. 
Mucho caminó Lucía, después, mientras pasaban los años. 
En busca de fantasmas caminó por los farallones sobre el río Antioquia, y en busca de gente caminó por las calles de las ciudades violentas.
Mucho caminó Lucía, y a lo largo de su viaje iba siempre acompañada por los ecos de los ecos de aquellas lejanas voces que ella había escuchado, con sus ojos, en la infancia.
Lucía no ha vuelto a leer ese libro. Ya no lo reconocería. Tanto le ha crecido adentro que ahora es otro, ahora es suyo.
Eduardo Galeano.  
El libro de los abrazos. Siglo XXI.


domingo, 4 de noviembre de 2012

Una muestra de mi colección de ventanas...

Siempre me han gustado las ventanas, adivinar lo que hay detrás de ellas, la vida y las historias que, por un lado ocultan, y por otro dejan entrever. 


País Vasco, verano 2012

jueves, 1 de noviembre de 2012

Ingeniero Mariño, 13

Con un levísimo esfuerzo de la imaginación, cruzo esa puerta abierta. Subo unos cuantos escalones y tiro suavemente del cordón. Ya está. He entrado en un mundo de recuerdos, de rostros queridos y añorados. Recorro el pasillo y mis pies notan bajo sus plantas las irregularidades del suelo, ondas que suben y bajan. Abro la puerta, alta y privada de cristales a base de juegos de niños, cuyos gritos y risas han impregnado, tiempo atrás, las paredes húmedas. La luz cuelga del techo, baja y cálida, y el aire huele a ropa secada al calor del brasero. La mesa, redonda y acogedora, preside el comedor. Esa mesa que, sin ser grande, de niña me pareció enorme, quizá porque -como si hubiera en ello algo de magia o de duendes- se agrandaba conforme íbamos sentándonos a su alrededor.
El balcón está cerrado y tras los cristales veo a gente que camina; llegan hasta mis oídos voces, el rodar de los coches, tal vez unas campanadas a lo lejos. Pero apenas presto atención a lo de afuera. Mis sentidos están atrapados. Hay demasiada vida dentro de esos muros y nada puede distraerme. He traspasado esa puerta que permanece siempre abierta. La puerta de la memoria.
(C.M.SB)