Me gusta que haya prensa en los bares. El café, a esas horas de la mañana en que todavía hay una pizca de sueño en los ojos, sabe mucho mejor mientras lees el periódico, empezando siempre por el final, seleccionando cuidadosamente lo que te interesa. Estás solo, apoyado en la barra, en silencio. Levantas la mirada y, a través del ventanal, ves a la gente yendo de un lado para otro. Tú estás perdido en las palabras, en el aroma del café que humea en la taza, en el susurro de las hojas de papel, en lo que queda de noche bajo tus párpados. Suena una música de fondo. Te das cuenta de que es muy buena.
Miras el reloj. Quisieras que ese momento, tan agradable, se prolongara un poco más.
Pagas el café, doblas el periódico, te despides hasta mañana y te sumas a la gente que va y viene al otro lado del cristal.
C.M.SB