sábado, 2 de octubre de 2021

Paredes blancas

Paseas en la tarde, en esas horas en que la luz empieza a caer y en el cielo se combinan colores imposibles de atrapar. Levantas la mirada y ves que los bloques de pisos que bordean el parque ya están terminados. Durante meses has asistido a su construcción y te has familiarizado con la visión de hombres encaramados en andamios y grúas, esforzándose todos en la tarea de levantar edificios que en poco se diferencian de otros.  Esos bloques, tan llenos de vida durante un tiempo, están ahora silenciosos y vacíos. Permanecen cerrados, con las persianas bajadas, iluminados sus ladrillos por esa luz que se va apagando en esta tarde de octubre. Te detienes y observas a una pareja joven que también mira desde muy cerca una fachada concreta. Tienen cogidas las manos y charlan animadamente. Por su actitud, por su interés, no es difícil intuir que contemplan la que será su futura casa. No oyes sus palabras, pero supones que hacen planes, que tratan de vislumbrar un futuro que está a punto de comenzar. Y tú, tan dada a fantasear en tus paseos solitarios, ya ves esa casa, vacía y muda, temblando de impaciencia por verse ocupada, por sentir el peso de unos pies recorriendo el pasillo, por escuchar en la cocina las crónicas cotidianas, por estar abrigada y cubierta de cortinas, cojines y cuadros. Sí, fantaseas con la impaciencia de esa terraza por verse coqueta y adornada de flores, con la ansiedad de esas ventanas que seguramente sueñan ya con abrirse para permitir que entre el aire y el rumor de la calle. Retomas el paseo y dejas atrás a esa pareja que continúa inmóvil,  encaramada aún en proyectos, en la construcción de una vida que se escribirá en paredes que todavía son blancas.

C.M.SB.

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