Vuelves a leer Ventanas de Manhattan de Antonio Muñoz Molina. Y, como la primera vez, disfrutas de sus descripciones detalladas, de su observación minuciosa de paseante incansable, de su manera de caminar por la vida y de su capacidad para narrarla. De su mano, recorres las calles de Nueva York y, gracias a sus palabras, contemplas el mundo a través de sus ojos. Con él, te detienes ante los escaparates de las tiendas, entras en las librerías, te sientas en un café muy cerca del cristal, recorres el interior de un edificio de apartamentos, asistes a exposiciones, espías la prisa de las gentes que andan de acá para allá evitando la mirada de los otros. En su compañía, te prendas de los colores de las hojas en otoño y te fascinas con la visión de personajes solitarios y marginales que no van a ninguna parte porque no hay nada ni nadie que los espere. Con él, sientes el frío del invierno, el azote del viento, el ruido incesante, la impaciencia de la ciudad. Pasas las páginas y te sumerges en la música, en el jazz de los clubes, en las notas de instrumentos que suenan en cualquier esquina, entre el rumor de motores y pasos. Y vuelves a notar el cosquilleo de la curiosidad, las ganas de visitar a autores y obras que él ama. Así, descubres o recuerdas el arte en sus distintas formas, las mil posibilidades de expresión, la necesidad de contar, de dejar alguna huella en el tiempo. Como la primera vez, las palabras de Muñoz Molina te invitan a abrir bien los ojos, a escuchar, a asomarte a todas las ventanas que se abran ante ti.
C.M.SB.
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Escultura de Manolo Valdés |
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Escultura de Juan Muñoz |
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Pintor: Richard Estes |
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Pintor: Edward Hopper |
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Pintor: Pieter Brueghel el Viejo |
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Fotografía: Richard Avedon |
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