A veces, sin saber por qué, te detienes en una palabra de uso frecuente, de esas que utilizas casi a diario y en la que ni siquiera reparas. Como en tantas otras ocasiones, sale de tus labios con naturalidad y sin pensar. Y, de pronto, sin motivo alguno, te suena rara. Entonces te paras y la repites una vez más. Primero mentalmente. Después, de viva voz. Taza, dices. Taza, insistes. Cambias el tono, elevas o bajas el volumen, la silabeas, la cantas, la susurras, la gritas. Y empiezas a coger carrerilla: tazatazatazatazatazatazatazatazataza... Al fin, sin aliento, compruebas que la lengua se te traba y que esa palabra tan simple, tan corta, tan vulgar, tan de andar por casa, esa palabra insignificante, exenta de belleza, poesía o grandilocuencia, ese término pequeño y sin importancia, perdido entre millones de vocablos, guarda entre sus letras todo un misterio imposible de desvelar.
C.M.SB.
![]() |
Esther Hörchner |
-... hasta el hombre más cruel
ResponderEliminary la mujer más sibilina ...
Tienen su lado poético-dijo el poeta.
La taza, el cordón o la manopla, también.
Un abrazo.
Así es. Manopla, bonita palabra. Saludos y hasta otra.
ResponderEliminar