lunes, 27 de agosto de 2012

Para los que no quieren dejar de nadar...

Cuando eres un niño estás sumergido en el mar de la imaginación. Unas veces rozas el fondo marino mientras nadas, otras buceas alrededor de los peces y las ballenas, pero, la mayor parte del tiempo, simplemente te dejas llevar por la corriente.
Al final creces. Lentamente haces pie, y el agua te empieza a llegar por el cuello, luego por la cintura, después por los tobillos, hasta que el mar se hace tan pequeño que es solo un charco que te moja los zapatos.
Algunos dicen que si llenas un vaso con esa agua y te la bebes, vuelves a sumergirte y a ser el niño que fuiste.
Otros, sencillamente, nunca dejan de nadar.

En el mar de la imaginación (prólogo)
(Rafael Calatayud Cano)


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