EL
EMBRUJO DE LA SOLEDAD
El
náufrago avistó un barco a lo lejos y de su garganta se
escapó un grito sin palabras. Hacía tiempo que las
había olvidado. Entonces, con gestos mecánicos, se
apresuró a avivar el fuego y, luego, agitó los brazos
con energía. Todo lo hizo tal y como había imaginado
durante largos años. Sin embargo, cuando el navío viró
en dirección a las llamas, el hombre agarró la tierra,
la lanzó a puñados sobre la hoguera y no descansó
hasta extinguirla. De espaldas al mar, pisó el rescoldo con
sus pies desnudos. No sintió dolor.
Después,
mientras el barco se perdía definitivamente en el horizonte,
el náufrago se adentró en el corazón de la isla,
en lo más profundo de su soledad.
(C.M.SB)
(C.M.SB)
No hay comentarios:
Publicar un comentario