viernes, 17 de agosto de 2012

MIcrorrelato


EL EMBRUJO DE LA SOLEDAD

El náufrago avistó un barco a lo lejos y de su garganta se escapó un grito sin palabras. Hacía tiempo que las había olvidado. Entonces, con gestos mecánicos, se apresuró a avivar el fuego y, luego, agitó los brazos con energía. Todo lo hizo tal y como había imaginado durante largos años. Sin embargo, cuando el navío viró en dirección a las llamas, el hombre agarró la tierra, la lanzó a puñados sobre la hoguera y no descansó hasta extinguirla. De espaldas al mar, pisó el rescoldo con sus pies desnudos. No sintió dolor.
Después, mientras el barco se perdía definitivamente en el horizonte, el náufrago se adentró en el corazón de la isla, en lo más profundo de su soledad.
(C.M.SB)

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