sábado, 11 de agosto de 2012

El paisaje llama a los cristales de mi ventana: una, dos, tres veces. Abro de par en par y dejo que el aire se cuele en mi cuarto. Una ráfaga levanta el vuelo de la alfombra, otra susurra secretos al oído de la cerradura, otra más se enrosca en mi almohada, se ramifica y busca entre los pliegues aquellos sueños que se me han perdido durante la noche. Con el viento, entra el sol, quien desliza sus dedos por debajo de mi pijama y me hace cosquillas. Mi risa salta al exterior, culebrea entre la hierba, sube tallo arriba y baila sobre el pétalo de una flor. Comienza un nuevo día.
(C.M.SB)

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