Mantiene el juguete en equilibrio y lo acerca a la espuma blanca. Por un instante, fantasea con que el mar entero será engullido por ese círculo diminuto. El aro podría ser mágico, ¿no? Si lo fuera, el agua quedaría atrapada en algún depósito invisible y, cuando llegaran los meses fríos, él soplaría con todas sus fuerzas para que el verano saliera convertido en pompas de sal. Ya las imagina: redondas, enormes, desplazándose con el viento sobre los tejados de la ciudad.
C.M.SB.
Sabine Weiss |
No hay comentarios:
Publicar un comentario