jueves, 15 de julio de 2021

Aquellas playas

Es automático. Oyes el vuelo de una avioneta y te trasladas a las playas de tu infancia, a aquellos mares en los que te bañabas hasta que los dedos se arrugaban. En un instante, vuelves a estar tumbada sobre la toalla, en la arena ardiente. El sol te obligaba a cerrar los ojos y, poco a poco, te sumergías en el sueño. Y dormías al arrullo de las olas, de las voces que te rodeaban. El sueño era corto pues siempre te despertaba el motor de una avioneta que sobrevolaba la playa. Entonces te incorporabas y seguías el contoneo de una pancarta atada a su cola. Todavía recuerdas aquel anuncio de Matutano ondeando en un cielo despejado de nubes. E inmediatamente te entraban ganas de comer una bolsa de patatas. Y, como por arte de magia, aparecían a tu lado unas piernas quemadas por el sol. Pertenecían al hombre que gritaba su mercancía: refrescos, rodajitas de coco y las ansiadas patatas. Aún recuerdas cómo se te hacía agua la boca cuando oías el chisporroteo de la bebida, aún sientes en las yemas la sal de la arena mezclada con la sal de las Matutano. Todavía puedes sentir en el aire el olor a mar, a la goma recalentada del flotador, a la crema Nivea. Aún puedes notar en tu boca el sabor de la impaciencia. Comías y bebías muy rápido. Las olas te llamaban una y otra vez, invitándote de nuevo a saltar. 

C.M.SB.



No hay comentarios:

Publicar un comentario