jueves, 18 de julio de 2013

PÁJAROS EN LA CABEZA

Un golpe de viento le arrancó el sombrero. El bombín echó a rodar calle abajo y su dueño lo persiguió tan aprisa como sus piernas se lo permitieron. Cuando, al fin, extenuado, creyó tenerlo al alcance de la mano, una nueva ráfaga lo impulsó hacia arriba, hasta quedar enganchado en la rama más alta de un árbol. Lástima, pensó el buen hombre, era un magnífico ejemplar.
Días más tarde, el sombrero se había convertido en un nido para las avecillas del parque. Bien mirado, meditó el dueño del bombín al contemplarlo, esa había sido desde el principio su verdadera naturaleza. Al fin y al cabo, había albergado durante mucho tiempo a los pájaros que revoloteaban en su cabeza.
(C.M.SB)

Moisés Yagües

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