martes, 9 de julio de 2019

Gente normal

Durante aquellos veranos de la infancia, cuando la granja aún se mantenía en pie, abría la ventana de mi cuarto para que entrara el fresco de la noche. Con la brisa, llegaba la voz de mis padres, sentados ambos en la mecedora del porche. Me gustaba oírles mientras el sueño se iba apoderando de mí. Hablaban en susurros y sus cuchicheos se mezclaban con el chirrido del balancín y el ulular del búho que vigilaba la solitaria casa. Aquellos sonidos tan familiares me reconfortaban y daban seguridad a mis sueños.
Mis padres hablaban de las faenas del campo y de los precios del grano. Sus conversaciones eran monótonas y previsibles, temas siempre repetidos y propios de gente normal, sencilla. Así eran ellos y así querían seguir siendo. Los dos detestaban las estridencias o la interrupción de su rutina. Por eso entendí que el niño raro, mi hermano, acabara enterrado a los pies del roble. 
Les oí nombrarle en una de aquellas charlas nocturnas, una única vez. Según supe, nació mucho antes que yo. Su aspecto extraño y su llanto incontrolable guiaron las manos de mi madre y la voluntad de mi padre.
Recuerdo sus voces pausadas, el tono apacible y monocorde, el mismo que empleaban para hablar del ganado o de las aves del corral. También recuerdo que aquella noche abandoné el refugio de las sábanas para cerrar la ventana. Nunca más volví a abrirla.

C.M.SB.

¿?

3 comentarios:

  1. ������bien.
    La foto es la casa

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  2. Gente normal ... con su misterio visto ... resuelto ... un día solo ... todos somos gente normal ... visto y resuelto cada misterio

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  3. Gracias por comentar y por seguir ahí. Calurosos saludos.

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