Estreno el mes de mayo con una imagen de
la saltadora Montserrat Mechó. Quizás porque, después de días de dificultades e
incertidumbres, me atrapa la sonrisa alegre de esta mujer, su gesto seguro, esa
postura firme (que no rígida), su cabeza alta. Me atrapa ese cuerpo suspendido
por encima del mundo, de espaldas a él. Los ojos no están pendientes ni de lo
que hay debajo ni de lo que puede haber detrás. Me atrae esta mujer que hace
equilibrios sobre el extremo de un trampolín, dispuesta a saltar en cualquier
momento, a hacer una pirueta en el aire, a disfrutar de ese breve vuelo en
solitario. Y, después, sumergirse en el silencio profundo del agua, mientras la
realidad queda ahí afuera, más allá de la superficie, más allá de las gotas que
se expanden. Cuando salga a tomar oxígeno, seguirá sonriendo. Sin miedo.
C.M.SB.
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