A cada libro que he leído le debo algo. Al que acabo de terminar, Enigmas con jardín (José Luis García Martín), le debo el placer de viajar. A través de sus páginas he surcado el mar a bordo de un barco-escuela, he paseado por ciudades y he pisado sus plazas. He entrado en iglesias y me he sentado junto a la tumba de Borges y Calvino. He entrado en jardines escondidos y he conocido a sus extraños habitantes. He acariciado la piel suave de los gatos y he intentado adivinar su misterio. He conocido a otros viajeros solitarios y he conversado con ellos. He descubierto versos y he deseado descubrir más.
A Enigmas con jardín le debo momentos de quietud, de lectura acompañada de música francesa. Le debo ratos alumbrados por el primer sol de la mañana o desteñidos por las primeras gotas de lluvia. Le debo la felicidad de mirar el reloj y comprobar que el tiempo me regalaba unos minutos más para hacer una nueva escala en ese viaje que, sin ser mío, me pertenecerá para siempre.
C.M.SB.
Jj
ResponderEliminarOse luis garcia martin me suena. Pero con ese fondo verde que has puesto no veo nana y es muy inc,omodo.
Nada. Que debían ser los enigmas de mi ordenador y salían cosas raras.
ResponderEliminarCosas de la informática. Un abrazo.
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