Con la delicadeza adquirida en los últimos años, el hombre da una pincelada más. Sus movimientos deben ser tan suaves como el batir de alas de las mariposas. Sabe que la belleza se asusta fácilmente y su mayor deseo es conservar el perfecto equilibrio del paisaje, de las aguas mansas, del avecilla que le observa desde la rama. No hay prisa. Los pétalos son frágiles y la tarde promete ser larga.
C.M.SB.
Sam Hyuen Kim |
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