miércoles, 15 de abril de 2020

Tamarindo

Lees la última novela que ha caído en tus manos y, de vez en cuando, te tropiezas con un testigo de la historia que en ella se cuenta: el árbol del tamarindo. Tus ojos siguen las líneas trazadas por las palabras, pero, sin poderlo evitar, vuelven atrás para recrearse en ese nombre que evoca un sabor dulce, un paisaje verde y abundante, un patio poblado por pájaros de mil colores, el balanceo de una hamaca en una tarde de siesta sembrada de sueños. Tamarindo. Lees esas cuatro sílabas y, en un instante, viajas a un país exótico y lejano, a un lugar desconocido y bañado por el sol, a un tiempo regido por la pausa, por una música que nace de la propia naturaleza. Sí, esas cuatro sílabas te trasladan a una tierra mágica e inventada, a unos campos fértiles y cuajados de riquísimos frutos. Qué linda palabra. Qué placer saborearla en las páginas de un libro.

C.M.SB.

¿?

2 comentarios:

  1. Hola hacía tiempo ...
    Yo he terminado ayer el libro Un baile en Nairobi. Mucha naturaleza, descripciones inglesas amplias ... una cita, un baile de una mujer con dos hombres que los americanos lo resolverían a tiros, los latinos a puñetazos y los ingleses a su estilo ... con una apuesta en el club.

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  2. Sí, hacía tiempo. Felices lecturas y, como siempre, gracias por comentar.

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