martes, 28 de enero de 2020

Aleteo


En el silencio de la noche, el niño raro se ovilló bajo el peso de las mantas. Y, así, inmóvil e impaciente, aguardó el momento en que su corazón empezaría a estremecerse con el mismo aleteo que le había perseguido a lo largo del día.
Pasó la noche y soñó con cielos amplios y nubes viajeras. Cuando despertó, el niño había olvidado todas las palabras. Y sin asomo de sorpresa, comprobó que su único idioma era ya el de los pájaros. Solo a ellos saludó aquella mañana. Solo ellos podían comprender su deseo de despegar del suelo para volar.

C.M.SB.


¿?


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