Abre los brazos y los ojos. Y percibe cada uno de los músculos de su cuerpo. Respira hondo y siente cómo el aire acaricia su piel. Podría saltar en este mismo instante, pero prefiere permanecer unos segundos más ahí arriba, jugando a ser el pájaro que toma impulso antes de volar.
C.M.SB.
Lorella Paleni |
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