Nunca se pareció al hombre con el que había soñado. Su barba era demasiado cerrada y su vocabulario, escaso y rudo. Detestaba el roce de su cuerpo, el olor que exhalaba su piel: a campo, a trabajo. Sin embargo, cada noche, cuando él le trenzaba el pelo con sus manos, agrietadas y torpes, ella cerraba los ojos y, por un instante, se estremecía al creerse enamorada.
C.M.SB.
Dibujo: Benito Moreno. |
¡Que bonito!
ResponderEliminarNo se si podré contestar con tantas incongruencias para demostrar que no soy un robot ..No lo soy, pero ... ¡ y si lo fuera!, pues nada , tan ricamente, vamos, digo yo
Gracias. Tu comentario, a pesar de las dificultades, ha llegado hasta aquí. Y yo me alegro mucho de recibirlo. Un abrazo.
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