viernes, 5 de enero de 2018

Más allá de la lógica

Pierdo un monedero. Desarmo el bolso, reviso los bolsillos de los abrigos, rebobino y vuelvo sobre los pasos que he dado a lo largo de la tarde. Caída ya la noche y linterna en mano, espío los recovecos del coche. Repaso la superficie de mesas, encimeras y estanterías. Descarto la lógica y empiezo a buscar en sitios inverosímiles y, aun así, probables: el frigorífico, el cubo de la basura, el interior de la lavadora... Agotada, lo doy por irremediablemente perdido. Me acuesto y, antes de dormirme, me acuso sin piedad de despistada. 
Amanece y empieza un nuevo día. Me dispongo a dar el primer paseo de la mañana y, mientras estoy cerrando la puerta, me fijo en una de las macetas que adornan la entrada. Para mi sorpresa, ahí está mi monedero, esperándome pacientemente entre las ramas de una planta.
Suspiro aliviada y me prometo a mí misma que, la próxima vez que busque algo, empezaré por pedirles ayuda a mis cactus.

C.M.SB.

¿?

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