jueves, 12 de mayo de 2016

Suave y perfecta

Alisó la única arruga del mantel, arregló las flores y, por último, encendió una vela. Entonces él se sentó y se aflojó el nudo de la corbata nueva, la misma que ella le había regalado por su sexto aniversario de boda. 
La música era suave y perfecta. La carne olía a cosa rica, a cena hecha con paciencia y mimo. No había prisa, podían tomarse el tiempo necesario para charlar de todo lo que había quedado pendiente a lo largo de la semana. Y, cuando ella se disponía a contarle una anécdota divertida, algo que sabía le haría reír, él sacó el móvil y sonrió mientras leía el primer WhatsApp de la noche. Sostenía el teléfono con la izquierda. Con la derecha, empuñaba el tenedor. 
Soltó una carcajada. 
El suspiro de ella apagó la vela.
El brazo, cargado de pulseras, se estiró hasta alcanzar el bolso. Encendió el móvil y sonrió mientras leía el primer WhatsApp de la noche. Después, su risa se mezcló con la de él, envueltas las dos en una música suave y perfecta.

C.M.SB.





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