jueves, 21 de mayo de 2015

Contagio

Puesto que me habían hablado maravillas del ponente de aquella tarde, me apresuré a ocupar mi asiento a la hora anunciada. Como suele ocurrir, el acto dio comienzo con unos minutos de retraso. El orador era un hombre alto y bien parecido, lo cual redobló mi interés. Me puse cómoda y me preparé para depositar toda mi atención en sus palabras, en toda su persona. Por fin comenzó. He de confesar que me fascinó en el mismo instante en que concluyó la primera frase de su exposición. No por lo que dijo, sino por su manera de desorbitar los ojos y dejar la lengua fuera y presa entre los labios el tiempo suficiente como para que yo no pudiera mirar otra cosa. Con cada punto y seguido, se repetía el tic con la precisión de un reloj. Para ser sincera, no escuché ni una sola de sus palabras, pero aquella conferencia me mantuvo sin aliento de principio a fin. Acechaba el final de cada enunciado, esperando como algo inevitable la visión de esos ojos espantados y de esa lengua que se asomaba sin remedio. 
Los aplausos me sacaron del trance y regresé a casa para retomar la rutina. Sin embargo, a la mañana siguiente, durante la clase que impartí a primera hora, observé un silencio desacostumbrado entre mis alumnos. Supe que algo extraño estaba ocurriendo desde mi primer punto y seguido. Fingí que nada raro estaba sucediendo y comencé a caminar entre los pupitres. Así fue como descubrí la caricatura que un alumno de la segunda fila estaba firmando. En ella, aparecía una mujer (yo) con los ojos desorbitados y la lengua atrapada entre los labios. Comprendí entonces que la fascinación se había convertido en contagio.

C.M.SB.




8 comentarios:

  1. Impresionante... Hipnótico... Y con final aterrador. La lectura de tu relato ha conseguido que, por primera vez en mi vida, me mire al espejo mientras hablo solo. De momento, todo normal... Por suerte, aun no me he cruzado con un contagiado. Mi más sincera enhorabuena. Un cuento absorbente y magistral.

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  2. Muchas gracias, de verdad. Siempre me das una alegría con tus palabras. ¡Ah! Y cuidado con los contagiados... Porque haberlos, haylos.

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  3. Ya lo creo que los hay... Pero cuando te das cuenta de que un virus tipo "lo que es" o del tipo "gesto de comillas" se ha convertido en epidemia, intentas prevenir su contagio poniendo más cuidado en lo que dices y en como lo dices... La prevención es Salud.

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    1. Sí, también estamos contagiados por la dichosa manía de introducir en nuestro discurso alguna palabra en inglés. Como decía Javier Marías hace muy poco, qué paletos llegamos a ser. Gracias por tus comentarios.

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  4. Me ha encantado el relato.
    Un abrazo.

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  5. Muchas gracias. A ver si te animas a retomar tu blog. Abrazos para ti.

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  6. Imaginación y transmisión al público ... que te leemos con toda la atención del mundo ... y que escucharíamos, en una conferencia, también con la máxima atención ... Si me permites lo difundo por las redes ...

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