Aquella mañana sintió en su pecho
una sensación nueva. Algo se movía en su interior, algo que le cortaba el
aliento y le aceleraba el pulso. Apoyó la mano en su blusa y, con sorpresa,
encontró un pequeño resorte cuya existencia ignoraba. Lo manipuló con sumo
cuidado hasta que una puertecita se abrió sin un quejido. Las mariposas,
ansiosas de libertad, salieron en desbandada de su nido. La muchacha cerró
entonces los ojos para interpretar sin distracciones el rumor quedo que emitían
sus alas. Al principio, no pudo entender nada. Pero, poco a poco, comprendió el
mensaje oculto tras el revoloteo azul. Elena conoció así las más bellas
historias de amor. Y, con cada palabra, su corazón voló en pos de un nombre
que, aquella misma noche y por primera vez, había repetido en sueños.
C.M.SB.
Christian Schloe |
¡que bonitooo!!!
ResponderEliminar¡Gracias!
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