Como fumadora que soy, sufro a diario los comentarios bienintencionados de aquellos que velan por mi salud. Y yo se lo agradezco, de verdad. A los que no soporto es a los que, cada vez que me ven con un cigarro entre los dedos, me sueltan eso de ¿Qué? ¿Ya le estás dando al vicio? Por supuesto, sus palabras van acompañadas de una enorme sonrisa, siempre la misma. Y yo no dejo de preguntarme qué les produce tanta satisfacción. ¿Les gustará pronunciar la palabra vicio? ¿Les alegrará recordarme que yo soy una viciosa mientras que ellos son grandes virtuosos? ¿Les reconfortará pensar que su vida tal vez será más larga y saludable que la mía? Lo cierto es que el tema me tiene absolutamente intrigada. ¿Alguien me puede ayudar a resolver este misterio? Se ofrece recompensa.
C,M.SB.
El halcón maltés (1941) |
Omites el acoso semi-silencioso de los que, justo cuando pasan a tu lado, emiten una (o dos) tosecillas "carraspéricas" para que te dé cargo de conciencia. Me solidarizo con tu causa, yo también la sufro en mis carnes. ajum, ejem!!... cof cof!!
ResponderEliminarUn saludo
Gracias por tu comentario y por tu solidaridad. Buen fin de semana.
ResponderEliminarNo disparéis las armas ... El tabaco es siempre tabaco ... y no es bueno, pero no os quiero dar la "letanía del santo reproche" sino reconfortaros un poco del fumar y de las volutas de humo que suben ... como decía un cura gallego y un feligrés:
ResponderEliminar-"Dios es bueno", afirmaba el cura gallego.
- ¿y el diablo? , preguntaba el feligrés.
- ¡Bueno!, ¿pues tampoco es tan malo?- contestó el cura gallego.
Aplicarlo al tabaco.
Ya sé que no se puede defender lo que es malo, pero hay gente tan pesada...
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