Ese horizonte de montañas que encierran la vida; ese cielo roto por los rayos del sol, por unas nubes apenas esbozadas que se desplazan lentamente en un viaje sin fin. Ese paisaje luminoso y perfecto, irrepetible y siempre lejano. Esa mañana otoñal, distanciada de ruidos y aglomeraciones, en la que todo se convierte en un quiero y puedo. Esos perfiles dibujados con la tinta de los sueños, sobre un instante certero y preciso. Ese disparo a una única diana: la memoria.
C.M.SB.
La Peña de Francia, 2013 |
... a los oblicuos corazones de la rosa de lo vientos
ResponderEliminar... con violáceos y lejanos brillos
... en onduladas brumas serranas
allá donde el sol sombrea su silueta
para deleite de los elegidos
... que nos permiten visualizarlo ...
eso sí: ¡a disparo limpio!.