domingo, 24 de marzo de 2013

PALABRAS
La pluma, guiada por un pulso cada vez más firme y entusiasta, se deslizaba por la hoja en blanco. Así las palabras iban quedando poco a poco unidas al papel, atadas a él por toda la eternidad. Eran enlazadas unas con otras, no por el azar, sino por una idea fija y obsesiva. Se engarzaban entre sí a perpetuidad, construyendo un todo indivisible. De entre los millones de posibilidades de ser combinadas, el autor eligió la única posible y certera, la única sustentada por un amor incondicional hacia cada sílaba. El único error que temía cometer era el de someterlas a una unión que sabía indisoluble. Aquellas palabras podrían llegar a odiar los márgenes impuestos, el encierro de papel, la dependencia de un enlace obligado. Meditó. Y halló un consuelo. Cada vez que alguien leyese aquellas líneas, las palabras encontrarían una liberación. Podrían ser interpretadas, pronunciadas en voz alta, susurradas, lanzadas al viento. Quizá unas cuantas serían subrayadas, distinguidas dentro de ese todo absoluto y compacto. Incluso alguna quedaría grabada en una memoria, aislada del resto, combinada tal vez con otra diferente a la que la ataba y oprimía. Sí, aquellas palabras encontrarían, a través de los ojos del lector, la libertad que él acababa de robarles. El autor sonrió. Luego, empuñó la pluma de nuevo.
(C.M.SB)

2 comentarios:

  1. ¡¡¡Huaoooo!!!... Pluscuamperfecto.
    Me gusta, como dicen en internet, pinchando en una mano con el dedo hacia arriba, o me gusta de verdad.

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