sábado, 16 de marzo de 2013

EL CARACOL

El caracol en un principio no era nada,
pero después fue caracol.

Y como era caracol construyó una casa
-liviana como la cáscara de las nueces-,
la puso en su espalda y salió a conocer el mundo.

Vio:
-cada paisaje pasaba frente a él en cámara lenta-
un río que amarraba
parte de la tierra.
Un ciruelo
del que florecían
corazones blancos.
Los rayos de sol,
como hilachas de miel de un panal suspendido
entre el cielo y los árboles.
Y aunque sabía que su casa era pequeña,
el caracol,
que en un principio no era nada pero después fue caracol,
de cada cosa quiso llevar algún recuerdo.

Guardó:
del río, la risa de las piedras;
del ciruelo, el corazón más blanco;
de la luz que cae sobre los jardines, el olor del amarillo.

El baile diminuto
María José Ferrada* Sole Poirot
Editorial Kalandraka


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