PALABRAS
La
pluma, guiada por un pulso cada vez más firme y entusiasta,
se deslizaba por la hoja en blanco. Así las palabras iban
quedando poco a poco unidas al papel, atadas a él por toda la
eternidad. Eran enlazadas unas con otras, no por el azar, sino por
una idea fija y obsesiva. Se engarzaban entre sí a
perpetuidad, construyendo un todo indivisible. De entre los millones
de posibilidades de ser combinadas, el autor eligió la única
posible y certera, la única sustentada por un amor
incondicional hacia cada sílaba. El único error que
temía cometer era el de someterlas a una unión que
sabía indisoluble. Aquellas palabras podrían llegar a
odiar los márgenes impuestos, el encierro de papel, la
dependencia de un enlace obligado. Meditó. Y halló un
consuelo. Cada vez que alguien leyese aquellas líneas, las
palabras encontrarían una liberación. Podrían
ser interpretadas, pronunciadas en voz alta, susurradas, lanzadas al
viento. Quizá unas cuantas serían subrayadas,
distinguidas dentro de ese todo absoluto y compacto. Incluso alguna
quedaría grabada en una memoria, aislada del resto, combinada
tal vez con otra diferente a la que la ataba y oprimía. Sí,
aquellas palabras encontrarían, a través de los ojos
del lector, la libertad que él acababa de robarles. El autor
sonrió. Luego, empuñó la pluma de nuevo.
(C.M.SB)
(C.M.SB)
¡¡¡Huaoooo!!!... Pluscuamperfecto.
ResponderEliminarMe gusta, como dicen en internet, pinchando en una mano con el dedo hacia arriba, o me gusta de verdad.
Gracias y un fuerte abrazo.
ResponderEliminar