lunes, 28 de diciembre de 2020

El Director General

El Director General se paseó entre sus subalternos. Como siempre, llevaba unas botas grandes, de tacones poderosos y muy altos. 
Los empleados, a su paso, se encogían y se hacían muy, muy pequeños. 
El Director General comenzó a hablar. Su voz era fuerte y segura. Hasta tal punto que, con cada una de sus palabras, sus inferiores se hacían más y más pequeños.
El Director General miraba al frente. Sus empleados, al suelo.
El tiempo parecía detenido y, sin embargo, transcurría. Y, a medida que pasaba, las botas del Director General crecían y crecían. Y tanto crecieron que el Director General se empezó a quedar chiquito. También sus pies.
El Director General apenas podía caminar con unas botas tan enormes. 
Así que dio un tropezón. 
Y luego otro. 
Y después otro más.
Furioso, se desprendió de las botas.
Y, así, descalzo, siguió paseando entre sus subalternos. 
Que apenas le oían.
Porque su voz se había quedado también muy, muy chiquita.

C.M.SB.

¿?



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