Una mitad de ti actúa, sonríe, habla, discute. La otra, en una especie de duermevela, toma distancia y flota, aislada. Para esa segunda mitad, se amortiguan los sonidos de la vida, se desdibujan los contornos, y objetos y personas adquieren la débil consistencia del algodón. Esa parte de ti, la que camina sonámbula en las horas del día, sólo reconoce la realidad de las palabras, de las escritas y de las que quedan por escribir. Sólo en el refugio de las páginas, tus dos mitades se encuentran y se reconcilian. Es ahí donde todo cobra sentido.
C.M.SB.
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