Unas palabras dichas al azar, sin ánimo de nada, con la finalidad única de seguir una conversación intrascendente, de sobremesa de domingo y, sin embargo, a mí me suenan profundamente literarias, como si contuvieran una historia, como si bastara escribirlas sobre un papel para convertirlas en el título de una novela: No es tiempo de naranjas.
De momento, quedan aquí reflejadas. Quién sabe si un día las retomaré para descubrir los capítulos y personajes que esconden.
C.M.SB.
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