Hay quien camina en soledad,
quien pasea por parques y alamedas con la única compañía de sus propios
pasos. También hay quien saca una sola
entrada en la taquilla del cine o pide una única consumición en la barra del
bar o desde la mesa del fondo. Hay quien reserva un solo billete de avión y,
durante su estancia en esa o en aquella ciudad, guarda para sí sus impresiones
o las confía a una hoja de papel, a un diario de viaje que probablemente nadie
más leerá. Hay quien se mira en el espejo y se arregla el pelo o los labios sin
pensar ni por un momento en la posible conquista o en la mirada del otro. Hay
quien vive en un pueblo que todos los demás abandonaron, fiel a la tierra que
lo vio nacer, leal a un paisaje que nadie más contempla. Hay quien se adentra
con coraje en sí mismo y se pierde, a sabiendas, en su propio laberinto.
C.M.SB.
Fotoensayo: Slava, el meteorólogo perdido en el Ártico por Evgenia Arbugaeva (El País Semanal, 21 de enero de 2018) |
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