viernes, 27 de octubre de 2017

El hombrecito azul

Paseo por Madrid y entro en una tienda que me gusta. En ella sólo se venden cosas que no sirven para nada, excepto para disfrutar de ellas, de su belleza o de su simpatía, de su pura e inocente inutilidad. En esa tienda me compro un hombrecito azul, con cuerpo de muelle, nariz redonda y ojos achinados. Si le das un toquecito en la cabeza, todo él baila. Se supone que sirve para combatir el estrés, así que lo instalo en mi mesa de trabajo. En pocos días se convierte en parte de mi paisaje doméstico. Parece que llevara toda la vida en el lugar que he elegido para él. Ahora mismo, si extiendo un dedo, le hago saltar a mi lado. Le observo de reojo y compruebo que sus temblores tardan unos segundos en desaparecer. No sé, juraría que en este mismo instante también él me mira a mí, con la risa escondida detrás de sus ojillos cerrados.

C.M.SB.

C.M.SB.

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