Tarde de nubes de algodón, de paseo lento, de chisporroteo de pájaros, de ramas desnudas que intentan coger el cielo, de flores a la sombra de una señal de STOP. Tarde perezosa que pronostica el redoble de tambores y que huele a tierra. Y a lluvia lejana. Tarde que pierdo y que gano, como tantas otras tardes. Tarde que empieza ya a buscar la noche para hacerse oscura y esconderse entre las hojas del calendario. Tarde.
C.M.SB.
Marina Anaya |
Una tarde más... pero no. Mucho más bonita y menos cotidiana si la narras tú. Buenas (y bellas) tardes, Carmen.
ResponderEliminarMuchas gracias. Cada uno de tus comentarios me anima a seguir abriendo ventanas en este blog. Que termines bien esta tarde de domingo. Un abrazo.
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