lunes, 13 de julio de 2015

Botón a botón

Se dio el último retoque y se miró en el espejo. Sin asomo de vanidad, se dio a sí misma el visto bueno: cada botón en su ojal, los guantes eran los adecuados, el bolso, perfecto.
Como cada mañana, echó a andar hacia la cafetería donde desayunaba. Sus tacones reconocieron inmediatamente el suelo del establecimiento. Como cada mañana, se sentó junto al ventanal y, sin necesidad de pedirlo, el camarero le sirvió un café bien cargado y le trajo el periódico casi recién salido de la plancha. Como era su costumbre, ella apenas le miró. Con la espalda recta y como era habitual, comenzó a leer desde la última página. Las noticias siempre le interesaban, sin embargo, aquella mañana, la música de fondo distraía su atención. Era realmente buena. Tenía ritmo. 
Su pie izquierdo fue el primero en moverse. Después, le siguió el derecho. Más tarde, los dedos de una mano empezaron a seguir el compás.
Aunque sus ojos pasaban de un artículo a otro, su mente se alejaba poco a poco del papel. Se imaginó a sí misma desabrochándose el abrigo, botón a botón. Se vio sacudiéndose el pelo, la melena suelta, los rizos cayéndole sin control por el cuello y la cara. Se oyó cantar, con los ojos cerrados, la nariz arrugada, la boca muy abierta. Adivinó la voltereta que su bolso daría en el aire y el ruido del pintalabios al rodar por el suelo. Se vio a sí misma bailando entre las mesas, contoneando las caderas, la falda arremangada, los brazos abiertos, las manos libres de guantes,  jaleada por los otros clientes, vitoreada por el personal de cocina.
Cuando llegó a la primera página y dio el último sorbo al café, la música había dado paso a la voz de un locutor. Entonces pidió la cuenta. El camarero depositó el ticket sobre la mesa y la miró con cara de pasmo. Por primera vez la vio ligeramente despeinada, con las aletas de la nariz dilatadas, sin aliento. Ella se ruborizó y se encaminó hacia la puerta. Antes de abrirla, se aseguró de llevar perfectamente abrochados los botones del abrigo.

C.M.SB.

Kenton Nelson

4 comentarios:

  1. Descripción invernal, con chispa veraniega. Con alma, con vida y con esos cambios a los que nos tienes acostumbrados :bravo en sensualidad

    ResponderEliminar
  2. Quotidiania Delirante

    A veces la literatura se asemeja a la gastronomía o al fino arte de elaborar cócteles. Siempre consideré que la perfecta mezcla entre lo imaginado y lo real era una de las claves para conseguir el relato perfecto, La vida misma: nadando entre pensamientos, pasiones, deseos y ficciones mientras desgranamos la rutina. Uno acaba de leer esta joya e ignora si lo narrado ha sucedido de verdad o no... Es...¡Magistral! Uno solo sabe que la excitación de la autora ha impregnado al personaje y que este ha impregnado al lector. Una historia perfecta, sensual, plena de creatividad y narrada con un ritmo, una pasión y un estilo que emociona. Precioso alegato contra la uniformidad de lo cotidiano y la monotonía. Un canto a la imaginación.
    Perdona mi entusiasmo si lo consideras excesivo. Pero es lo que tiene tener esa capacidad que tienes para entusiasmar. Perdona también mi petulante redundancia.
    Enhorabuena (de nuevo)
    y Gracias (de nuevo)

    ResponderEliminar
  3. Ah... se me olvidaba: Impecable (como siempre) en la elección de las imágenes que ilustran los textos.

    ResponderEliminar
  4. Con este comentario te lo perdonaría todo. Un millón de gracias (de nuevo). Sé que me repito, pero tus palabras me dan siempre mucho ánimo. Me alegro de que te haya gustado. Un abrazo.

    ResponderEliminar