domingo, 14 de diciembre de 2014

La puntualidad de los gorriones

La campana anunció que el recreo había terminado. Unos corriendo, otros aferrándose aún al juego, los niños fueron entrando por la puerta que les conduciría al aula. Cientos de ojos les vigilaban desde una cierta distancia. 
Cuando el patio quedó vacío, la bandada de gorriones aleteó hasta el suelo y las migas de pan desaparecieron en un instante. Después los pajarillos emprendieron el vuelo con el mismo jolgorio con el que habían desaparecido los niños. 
Cada mañana, de lunes a viernes, se repetía la escena con idéntica puntualidad, con la misma insistencia con la que tocaba la campana.
C.M.SB.


2 comentarios:

  1. La gran enamorada de los gorriones, unas veces buenos, otras veces traviesos ... siempre útiles ... como los niños ... Un abrazo gorriona. (creo que se diría así).

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  2. No sé si se diría así, pero me gusta como suena. Gracias por seguir ahí.

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