sábado, 30 de agosto de 2014

ESTABA SEGURO

La observó a lo largo de cuatro estaciones. Sostenía en las manos el mismo libro que él había olvidado tiempo atrás. Estaba seguro. Como también lo estaba de que sus sonrisas se debían a los mismos párrafos que le hicieron sonreír a él.

La muchacha bajó en la quinta estación y el libro quedó abierto sobre su asiento. El mismo olvido.
Podría haberlo recuperado, pero prefirió dejarlo allí. Estaba seguro de que algún día despertaría nuevas sonrisas en otro viajero. Y quizá él tuviera la suerte de verlas aparecer. En otro tren, en otro momento de cercanía.
C.M.SB.


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